jueves, agosto 31, 2006

Descansando, VII


Y por todo esto reposo en esta habitación, mi habitación, la de siempre, arropado por mis libros y rodeado de mis seres queridos, que miran a cualquier parte menos a mi rostro. Contemplo mi antigua realidad, acostado con mi mejor traje y aquellos zapatos negros italianos, y siento como María - iluminada por la duda en forma de cuatro velas blancas- sigue observando mis pies, aunque ya no llora. Entiendo que Manolo no esté, pero lo necesito a mi lado. Estará con el abuelo, pues a él tampoco lo veo. Pero yo sigo aquí, sin movimiento, fuera del tiempo. Sintiendo como una pérdida la oscilación ligera, el casi titilar, de la luz de las velas. Con el pánico atroz a la ausencia de la consciencia, que es el único miedo porque todos emanan de él. Estoy muerto, soy consciente de ello, y no tengo fuerzas para desconectarme del recuerdo de la vida. Dan ganas de rezar.

FIN, quod erand demostrandum.

miércoles, agosto 30, 2006

Adopción - 7


De accidentes y pesadillas

Pareces rememorar con especial cuidado accidentes y pesadillas.
Recuerdas la mañana en la que un niño se cayó de la pirámide de cuerdas, en el parque. Te encontrabas especialmente cansado. Unas ojeras oscuras enmarcaban tu mirada. Durante toda la noche no dejaron de asaltarte pesadillas en las que una nube de libélulas revoloteaba en torno a tu cabeza, posándose en tu cara, sobre tus labios, mientras permanecías inmóvil, sin poder mover un músculo. En tu sueño, los caballitos del diablo, dragones voladores, dibujaban signos que quedaban suspendidos en el aire como el fulgor de una brasa que se desplaza en la noche. Signos que remotamente te recordaban algo conocido. Un ideograma, quizás el de la caja negra (y que empezaste a utilizar como ex - libris), o un simple garabato del azar.
Las libélulas te producen en los sueños una absoluta atracción junto a un miedo irracional. Buscas en tu vieja enciclopedia la entrada correspondiente a estos insectos, sin hallar nada más que las consabidas e inútiles explicaciones científicas. Ni tu diccionario de símbolos te aporta respuestas.
Viste caer al niño muy despacio, desde las cuerdas rojas más altas, como una ensoñación o un video que pasara en cámara lenta en uno de esos absurdos y crueles programas de televisión que coleccionan pequeñas desgracias cotidianas.
Miras a tu hija. Temeroso siempre de que algo le ocurra. Lucía, en lo alto del tobogán, parecía rodeada de una burbuja de silencio, aislada y quieta, paladeando el momento en que se deslizaría por la pulida superficie metálica.
Los sueños se repiten tozudamente. Insectos metálicos y signos voladores. Trazos que reproduces en las servilletas de los bares o en los márgenes de los libros.
Ahora no estás seguro de haberlo soñado, pero conservas de otro episodio las vagas impresiones de un sueño: paseas junto a un estanque; puedes oler los excrementos de los patos y el agua sucia; Lucía se mueve en torno al borde, echando de comer a las palomas, que emprenden el vuelo cuando se acerca; levantan nubes de polvo y plumas; las palomas rodean a Lucía pero no la tocan, se alejan aleteando asustadas. En el estanque asoma el hocico de un galápago negro que se desliza sin ruido. Junto a la orilla, tras la valla pintada de un verde viejo y desconchado, un enjambre de libélulas rojas sobrevuela el cadáver de lo que podría ser un topo o una rata.
A veces, cada vez con más frecuencia, tomas una pastilla que te ayuda a conciliar un sueño blanco y pesado.

Descansando, VI

María, he de comentarte algo, Vienes de hablar con el médico, Sí, cariño, Entonces no me lo digas, lo sé hace una semana, Cómo es eso, No te lo quisimos decir porque aún no era seguro, pero el doctor ya nos previno al salir de la operación, Y cómo has aguantado, Por amor, Cuánto tiempo ha dicho, Ha sido poco preciso, varios meses, Seis meses, me dijo a mí, Qué sola te vas a quedar, Más solo estarás tú, Gracias por el ánimo, No hay nada que pueda decirte que te anime, no pienso caer en las tonterías habituales, no es mi estilo, Yo tampoco quiero decir ninguna tontería, Te quiero, Yo a ti también, sabes, Lo sé, no quiero que mueras, Nadie quiere, Y los suicidas, Ellos sólo eligen el mal menor, Cómo puede haber algo peor que la muerte, no lo entiendo, Eso, querida mía, sólo quiere decir que no eres una suicida, Tienes miedo, Lo tengo, cariño, No llores, mi niño, de qué sirve llorar, De qué sirve la vida.

Semillas en Noviembre

I.

Cuando Darell tomó conciencia de lo ocurrido, su ojo derecho ya presentaba un aspecto más que lamentable. Apenas podía creer que lo hubiera hecho. Estaba harta de semejante engendro, y a fin de cuentas, algo recordaba de lo aprendido en los muelles con William y los otros chicos.
Nunca olvidaría la mirada que le dirigió su madre en ese justo instante, velada de admiración y gratitud, contemplando en silencio a su hija de quince años como a una pequeña heroína. Aquel tipo salió de la casa con el rabo entre las piernas, dejándose la dignidad y la camisa tiradas en el suelo de la cocina.
La escena yacía inmóvil a sus pies, congelada en el tiempo. La copa hecha añicos, la pared salpicada de vino tinto, aquella lata de judías aún sin abrir. El interior de la estancia se oscureció por momentos, imperceptible y gradualmente y un viento frío empujó hacia dentro la puerta entreabierta en un lento chirrido. Se avecinaba una tormenta.
Esa misma tarde hicieron las maletas. Eileen partía a la mañana siguiente a Burtonport, en el condado de Donegal. Había encontrado un trabajo como lavandera en un antiguo hospital, por mediación de la Sra. Bennet. Sus ingresos no aumentarían mucho, pero al menos contaba con un salario más decente que el que le ofrecían en la fábrica de conservas, y no digamos del que le habían venido ofreciendo en la vieja taberna de Burnie.
Hizo todo lo posible para convencer a su hija de que marchara con ella, pero Darell tenía otros planes, y no se sentía en el derecho de obligarla a nada. No después de los últimos tres años.

Texto enviado por Lya, que será editado por entradas

martes, agosto 29, 2006

Descansando, V


Lo peor de mi estado actual es la total ausencia de movimiento. No soy capaz del más inútil de ellos. De los voluntarios, me refiero. Porque hace un rato he creído estar en aquellas clases de educación física del instituto. Aquellos sudores, aquellos pantalones cortos, aquellas largas piernas. Y con la tienda de campaña levantada. Como hace un rato, aunque, la verdad, yo no pensaba en sudores ni piernas. Este alzamiento se me representa como algo tremendamente ajeno. Dios mío, qué vergüenza. Y, claro, no he podido levantar las piernas para disimular. Pero nadie se ha dado cuenta, todos lloran alrededor. No tengo capacidad de movimiento. No, ninguna. Todos mis intentos son infructuosos. Y no hay movimiento porque para mí no hay tiempo. Quizá para María sí. Ella aún puede llorar, y lo hace más que nunca, ahora que me vuelve a mirar y parece escuchar mis pensamientos. Mis lágrimas son secas y solitarias.

DIOS: un líder con carisma


Con sano y legítimo afán de mantener viva una polémica que creemos estimulante (véase la entrada de agosto 2006 titulada Elogio del ateismo), traemos al blog la portada del último número de la edición española del Foreing Policy. El título es claro: “Dios vuelve a la política”. La revista está editada por FRIDE, Fundación para la Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior, de carácter conciliador y moderado. Los artículos están redactados en un tono técnico por expertos internacionales.
Del artículo principal extraemos algunas ideas:

Se suponía que la religión iba a desaparecer a medida que se extendieran la globalización y la libertad. Pero en lugar de ello, está experimentando un fuerte auge en todo el mundo y con frecuencia determina los candidatos que ganan las elecciones.

La política global cada vez está más marcada por lo que podríamos llamar la política profética. Las voces que aseguran poseer una autoridad trascendental están llenando los espacios públicos y están ganando enfrentamientos cruciales. Estos movimientos se presentan de formas diversas y emplean herramientas muy variadas. Pero tanto si el campo de batalla son las elecciones democráticas como si se trata de la más incipiente lucha por la opinión pública global, los grupos religiosos cada día son más competitivos.

Si la población es más rica, está mejor educada y disfruta de una mayor libertad política, podría asumirse que también se habrían tornado más laicos. Pero no ha sido así. De hecho, el periodo en el que la modernización económica y política fue más intensa, (...), ha sido testigo de un aumento de la fe en todo el mundo. Las mayores religiones se han expandido a un ritmo que supera el crecimiento de la población global... Según la Enciclopedia Cristiana Mundial, en 2000 aumentó la proporción de población que se adhirió a estos sistemas religiosos respecto al siglo pasado (...) el mundo en su conjunto tiene en la actualidad más gente que nunca con opiniones religiosas tradicionales, y estas personas constituyen una proporción creciente.

Lejos de erradicar la religión, la modernización ha creado una nueva generación de movimientos inteligentes y adeptos a la tecnología, incluyendo el protestantismo evangélico en Estados Unidos, la hindutva en India, el salafismo y el islamismo wahabí en Oriente Medio, el pentecostalismo en África y Latinoamérica, y el Opus Dei y el movimiento carismático en la Iglesia católica. La religiosidad más dinámica hoy día no es tanto una "religión de los tiempos antiguos" como radical, moderna y conservadora. El actual surgimiento de la fe es menos un regreso a la ortodoxia religiosa que una explosión de neo-ortodoxias.
Un denominador común de estas neo-ortodoxias es el despliegue de organizaciones sofisticadas y con capacidad política. Estos organismos modernos coordinan de forma efectiva instituciones especializadas así como las últimas tecnologías para reclutar a nuevos miembros, fortalecer las conexiones con los antiguos, prestar servicios sociales e impulsar sus intereses en la esfera pública.

La creencia de que los brotes de religión politizada son desvíos temporales en el camino hacia la secularización era plausible en 1976, en 1986 o incluso en 1996. Hoy día, este argumento es insostenible. Como marco para explicar y predecir el curso de la política global, el secularismo es cada vez menos sólido. Dios está ganando la batalla en la política global. Y la modernización, la democratización y la globalización solamente le han hecho más fuerte.



En otro de los artículos la revista analiza la influencia de las políticas conservadoras de corte cristiano evangelista sobre la enseñanza en Estados Unidos y Canadá. Como ejemplo fundamental se señala la equiparación científica y su enseñanza en las escuelas de las teorías evolucionistas y las de “diseño inteligente” (creacionismo a través de la intervención de un ser superior). La Biblia aporta las evidencias científicas y la Administración Bush pone perjuicios religiosos por delante de certezas científicas. Y cada vez más ciudadanos se muestran partidarios de incluir el creacionismo en las escuelas.

La intrusión del deísmo en la vida pública es un hecho que tiene visos de ir en aumento en todo el mundo.
Que Dios nos coja confesados....

lunes, agosto 28, 2006

Descansando, IV


Qué manera más tonta de contar las horas, ver correr el gotero. Me di cuenta de que recopilar el tiempo es perderlo. Además, ni siquiera era un método fiable, esa maldita rueda reguladora me hacía perder el hilo de todos los cálculos. Ya casi al final logré correlacionar los dedos de la enfermera con su hora de salida y ajustar la medida con el menor margen de error. Tuve tiempo, en todos esos meses, de establecer asimismo una asombrosa relación entre el color de los botecitos del gotero, mi tiempo de sueño y la necesidad de calmantes. Aquel maldito sabor metálico, el del bote rosa. Tuve que decirle al doctor, cuando no estaba María delante, que parara de una puta vez, que yo no era una farmacia ambulante. Él me dijo que todo se meaba. Pero yo sabía que lo que de verdad quería mear no sólo se quedaba dentro sino que crecía y crecía.

Adopción - 6

Regreso al hogar

La vuelta a tu casa estuvo sumida en un prolongado jet lag de cansancio y confusión, impregnada, al menos para ti, de una duradera sensación de irrealidad. A pesar de que tu esposa, con su admirable saber intuitivo y metódico, ese conocimiento inspirado que le ayuda a tomar las decisiones correctas y del que tú siempre careciste, dirigió vuestro retorno y el proceso de adaptación hasta en los mínimos detalles. Persistieron las pesadillas, el insomnio, la fatiga, elementos que fueron precipitando un sin fin de insignificantes y agotadores accidentes domésticos que sólo estas circunstancias podrían explicar. A modo de consuelo racional, estos son los argumentos que te repites.
Sin ánimo de formular una relación exacta de lo acontecido, siguiendo tu impulso a confeccionar listas inútiles, con la intención vana de poner un poco de orden, de buscar, piensas, una conexión entre ellos, recuerdas algunos episodios:
  • Aquella tostadora, cuyo color hacía juego con la encimera, y que te provocó punzantes descargas eléctricas mientras preparabas el desayuno; las tostadas tendrían después un raro sabor metálico.
  • La caída fortuita de tu mujer en el cuarto de baño que dio como resultado un hematoma azul en su cadera. Le untaste una pomada con miedo a hacerle daño.
  • Charcos de agua jabonosa bajo la lavadora al volver del pediatra (niña normal, en los percentiles correctos): se empapó la terraza y los viejos números de una revista de muebles; la casa entera olía dulcemente a suavizante.
  • Objetos que se escurren entre las manos haciéndose pedazos: una campesina de porcelana se hizo añicos contra el suelo, una apreciada figurita que acarreaba dos cubos de madera en el extremo de una pértiga. Recuerdo del viaje a China.
  • Alimentos en mal estado en la nevera: el olor a pescado podrido tardaría meses en desaparecer de los cubitos de hielo.
  • La cinta partida de una persiana ensombrece vuestra habitación; la penumbra se mantuvo más de lo razonable por tu torpeza con la caja de herramientas.
Distracciones, lapsus, olvidos mínimos. Gestos más lentos o torpes de lo habitual, palabras que desaparecen transitoriamente de la memoria, otras que se tuercen o confunden, equívocos en la comunicación cotidiana. Una pila de nimiedades que en algún momento provocó tu perplejidad y el llanto inconsolable de tu mujer.
La pequeña Lucía salió siempre indemne de estos incidentes y nunca se produjeron por su causa.
Fascinado, la observas ahora jugando con su dragón rojo y el collar de perlas de tu mujer. Envuelve al dragón con las vueltas del collar, en una extraña y reiterada danza. Las perlas tintinean con un sonido mate de cristales bajo el agua. La niña tararea unas notas que suenan a canción antigua.

domingo, agosto 27, 2006

La cara oculta de la música

La antigua relación entre el comprador de vinilos y la música ha sufrido una radical transformación en los últimos 10-20 años. Esos arcaicos consumidores tenían la oportunidad de experimentar un nexo de unión físico, individual y duradero, no exento de crisis y reencuentros, con sus viejos discos. Constituyó una memoria de vinilo en la historia personal.


El disco, objeto de transición entre sonido y oyente, ha desaparecido. El CD no pudo mantener esta correspondencia íntima y fetichista; como objeto es poca cosa, una ridícula cajita de plástico desencantada, portátil y escurridiza. Los frágiles surcos del disco constituían un paisaje visible, podía olerse el cartón que lo contenía, sentir la rugosidad de su superficie. Una relación similar a la del lector y el libro.


En el último lustro, la utilización masiva de las descargas ha convertido ese vínculo en una simpática reliquia. La obra musical es ahora un archivo intangible, comprimido y despersonalizado. Se prima la cantidad, la acumulación: el fetiche es el megabyte.


El comprador de vinilos conocía de sus discos los créditos más recónditos, los detalles de la carátula, la lista de canciones de la contraportada, las fotografías del interior del álbum, los dibujos impresos en la pegatina agujereada. Una relación física con el vehículo de la música, individual y muy personalizada. Un cara a cara definitivamente perdido.


Quizás por esto la exposición del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona “Vinilos. Discos y carátulas de artistas” tiene el singular interés de mostrar restos de otro tiempo (perdido). Trae a escena el arte gráfico vertido en las carátulas de los discos por los movimientos artísticos del siglo XX.
La portada de disco, una superficie manoseable de 30 x 30 cm., se trasformó en un medio de expresión muy atractivo que en, algunos casos, llegaría a ser objeto de culto.
Artistas visuales como Richard Hamilton, Andy Warhol, Robert Frank o Les Levine están presentes en la exposición. En una "cabina de sonido" los visitantes tienen acceso a casi todos los discos de la colección. Cerrará las puertas el 3 de septiembre, pero en el 2007 la muestra pasará por Oporto.


Un grupo de expertos de la Factoría ODK junto a asesores externos elaboraron la lista definitiva e incontestable de los mejores discos de los años 90 (década de transición que instala definitivamente el CD en la discoteca personal). Entre los 10 primeros se encontraban algunos de los que se muestran aquí. Desde el ingenuo pero efectivo poder simbólico de Nirvana, a las pretensiones arty de Radiohead, el collage autocomplaciente de U2, la solidez rock de REM, el glamour espinoso de Depeche Mode o la ironía punzante de Sonic Youth (memorables esas turbias mascotas de lana que pueblan el álbum).


Discos para mirar a los ojos.

Las imágenes se muestran con más detalle a golpe de clic.

viernes, agosto 25, 2006

Adopción - 5

La despedida. Noches de hotel

Un último paseo con vuestra hija y la directora por las dependencias del orfanato, una demorada despedida de la institución tutelar que hasta ese momento cumplió fríamente sus funciones paterno-administrativas. Un último acto de cordial propaganda.
La niña no suelta la mano de la celadora. Te repugnó su pelo corto y graso, la cabeza encogida de piel arrugada en un rostro inexpresivo. No te costó imaginarla propinando castigos, restringiendo comida, aseando bruscamente a las niñas. Lucía no la soltó hasta que, entre forcejeos, la depositaron en los brazos de tu mujer.
Cruzando un patio interior, pasáis junto a una construcción hexagonal de dos pisos y tejado en alero que recuerda vagamente a una pagoda. Tiene las ventanas cubiertas de rejas. Pequeños dragones decoran las esquinas del tejado. En la brisa oscila un farol rojo, rozando la pared. Un grupo de raquíticos cipreses rodean el templo y entre los árboles descubres una tosca estatua de piedra gris: una mujer tumbada sostiene, con los brazos rígidamente extendidos, una criatura sobre sus piernas.

La primera noche en el hotel Lucía no quiso comer. Escuchaba las canciones de cuna con una atención ausente. La viste recoger sus cosas en la mochila y plantarse frente a la puerta de la habitación, sobre el enmoquetado pasillo rojo. Parece a punto de llorar, pensaste, pero no lo hizo. La observas en silencio mientras tu mujer le susurra palabras que procuran trasmitirle ternura y sosiego. La pequeña niña: invisible larva del futuro que durante meses deambuló transparente por las habitaciones de tu casa. Espectro luminoso que hoy, la espalda apoyada contra la puerta del hotel, rechaza la nueva vida que le ofreces.
La segunda noche aceptó un biberón caliente de cereales. Desmadejada sobre los brazos de su madre, se dejó alimentar pasivamente. El pelo negro como un manto brillante cayendo lacio sobre el brazo del sillón. Tu mujer vestía un camisón blanco de seda y aun llevaba en torno al cuello su collar de perlas. El pelo recogido en un moño con un pasador plateado. Qué hermosa, pensaste. Con que delicadeza le daba el biberón. Lucía no apartaba sus grandes ojos de ti. Una mirada directa, un foco de luz negra que te ciega.
Inclinándote ligeramente puedes ver la rojiza marca de nacimiento que tu hija esconde tras la oreja. Más tarde sabrás que es un angioma congénito sin importancia. Pero en ese momento te recuerda al signo que dejaste impreso en la escayola. Algo fuera de sitio, una mancha de sangre junto a una pálida caracola.
De la tercera noche conservas el hábito de soñar libélulas, insectos de aspas plateadas y fosforescentes cuerpos de luciérnaga. En tus sueños se mueven con inusitada rapidez, cambiando bruscamente de dirección, borrones relucientes en la oscuridad de las pesadillas; a veces tus libélulas zumban estáticas como colibríes sobre un estanque congelado.

Descansando, III

Se trata de una situación más que adecuada para pensar. Por ejemplo en cómo la gente parece sentir gran respeto hacia tu situación. La verdad es que – en las relaciones humanas- el respeto nace de los atributos, nunca de tu propio yo, que ni tú conoces. Y el jodido atributo que hoy llevo a cuestas es para asustar al más valiente. Aunque hay diversidad de comportamientos. Casi una etiología en miniatura, vaya. Unos te evitan, temen lo que llevas encima, otros - no se qué querrán demostrarse - se acercan y te miran para luego salir precipitadamente. Los más, te ven como si no fuera con ellos. El único que me ha mirado con los ojos de la verdad es Manolo, mi pequeño. Y no dormirá esta noche, no será capaz. ¿Quién le leerá La Isla del Tesoro?... En fin. En mi imaginación, acaricio el pelo de María y le susurro palabras dulces. Me asusto al ver, desde mi traje negro, su sonrisa. Otra vez su sonrisa.

jueves, agosto 24, 2006

Descansando, II

Lo primero que hice fue mirar el cuadro que estaba por encima de la cabeza del doctor. Una reproducción, una lámina enmarcada con passe-partou blanco en el que se leían las siglas MOMA. Nunca me interesó el arte, aunque ese día me sirvió de excusa, casi de redención. Miré el dibujo como en mi vida había mirado uno. Pero – debido a los círculos y los espacios en blanco, a los colores intercalados – se trataba de una pintura que hablaba de infinitud, de eternidad, de permanencia. Y yo con estos pelos. Acabé por suspirar, para esconder así el sonido de mis rodillas, muslos y manos. Bajé la mirada hasta los ojos grises del médico, que desmentían la falsa sonrisa de sus dientes blancos. Él estaba tan asustado como yo, o casi. Empecé a odiarlo cuando en su frente se dibujaron las arrugas del alivio, casi esboza una sonrisa, el hijoputa: yo entendía todo perfectamente y me hacía cargo. Vaya si me hacía cargo.

miércoles, agosto 23, 2006

Descansando, I

María me contempla. Por fin ha dejado de llorar, y sus lágrimas son sólo una sombra que agudiza la ingente presencia de sus ojos verdes. Las manos parecen descansar sobre sus rodillas, pero sé que tienen el tenue vibrar de lo vivo. Los nudillos asoman blancos entre sus rosados y largos dedos. Está mirando mis pies, mis zapatos. Pero hay cosas en que la vista no puede fijarse durante mucho tiempo, ya desvió los ojos, otra vez al techo. ¿Qué pensará?, me pregunto. Y, como para tantas otras cosas, no tengo respuesta. O si la tengo, no oso pronunciarla. Su madre –la señora de todos los momentos - se acerca para decirle que tiene que comer algo. Ella sonríe – dios, esa sonrisa – y le dice que no. Mamá sale de la habitación, meneando la cabeza, preocupada. María se levanta, se acerca y me besa en la frente, otra vez. Yo no puedo sonreír. Ya no.

Adopción - 4


La gran muralla

La Muralla: el gran acontecimiento turístico de vuestra estancia en China. Viajará el grupo al completo, once parejas y sus recién estrenadas hijas adoptivas.
Preparáis a las niñas con vestidos alegres, ropita coloreada de Benetton, chambergos de plumas y bufandas estampadas. Un autobús desvencijado os trasladará desde Beijing hasta un tramo visitable de la gran muralla. Algunas niñas se quedan dormidas como demacradas princesas, otra vomita sobre la falda de su madre. Al llegar a vuestro destino, un ligero olor ácido impregna el autobús. Lucía se mantuvo quieta y silenciosa durante el viaje. Intentas distraerla con los juguetes traídos desde España. No les presta atención. Se sienta a tu lado, la espalda recta y la mirada clavada en las ventanas polvorientas del autobús. Sólo acepta como compañía a un dragón rojo de peluche de grandes bigotes blancos. Desde ese momento será su mascota preferida.
El día amaneció especialmente frío. Quizás lo recuerdes: se adivinaba el sol como un pálido fulgor en el cielo encapotado y gris. Al bajar del bus tu mujer envuelve a la pequeña en su abrigo de plumas y le ajusta la bufanda. El cuello de Lucía es cerámica quebradiza; delgadas venas azules se trasparentan en la piel vidriosa. El aliento forma volutas en torno a vuestros rostros. Intentas sonreír, contagiarte de un forzado entusiasmo que apenas oculta tu cansancio, el deseo de volver a casa cuanto antes para retomar tus cotidianas y cálidas rutinas.
Estáis sobre la mítica Muralla, el más gigantesco de los tópicos observable desde la luna. Impresionante, te dicen. Una fabulosa serpiente deslizándose por el paisaje hasta perderse en el horizonte, una encrestada cola de dragón sobre las verdes colinas, desafiando el paso del tiempo. Y soportando las aglomeraciones de turistas que hormiguean sobre su espalda.
El ancho corredor almenado conserva en su superficie láminas de hielo: sería fácil resbalar por las pendientes de pulidos adoquines. Con cuidado, le dices a Lucía, esperando que comprenda tus palabras.
Paseáis en silencio, la niña de tu mano, mientras la guía ofrece explicaciones a las que apenas atiendes. Este engendro, te dices, no es más que un muro de dolor y vanidad, convertido en atracción turística, en símbolo intemporal de poder. Hermosa en aquella fría mañana. Una obra de ingeniería monumental e incomprensible. Vuestra guía os cuenta que la argamasa utilizada como cemento se fabricó con pasta de arroz. Sin saber por qué, te parece un insignificante y terrible detalle. La guía, desde que os recibió en el aeropuerto, no os abandonará un solo instante. Sus discursos y movimientos fueron los de un androide sin sexo, programado para actuar con discreción y eficiencia.
Lucía está ausente, mirando entre dos almenas unos arbustos cubiertos de escarcha.
El padre de una de las niñas adoptadas resbaló al entrar en una garita de vigilancia, donde la sombra mantenía firme la capa de hielo. Fue necesario suspender la excursión y retornar a Beijín para que recibiese atención médica. Una fractura de muñeca.
Más tarde, con la intención de darle ánimos, firmaríais sobre la blanca escayola de su brazo. Los trazos se interrumpían en el yeso aun blando.
Tú le estampaste el indescifrado sello, impregnado en tinta roja.

martes, agosto 22, 2006

SE BUSCA


Desde hace unos días ha desaparecido de su blog un varón de unos 45 años, alto y delgado, de barba entrecana y ojos cansados.
La última vez que fue visto, atravesaba el Sena por el Pont-Neuf.
Portaba un maletín oscuro que podría contener viejos libros.
Responde al nombre de Lucas Maldonado.

Cualquier información, se pagará.

De Anima Bestiarium

(De la fauna y flora de los estados del alma)

X El Asno Rijoso

Luengas jornadas al sur de las columnas de Hércules había en tiempos del emperador Augusto una ciudad mauritana que dormía por el día y vivía por las noches. Los vientos del Atlas, ora ardientes, ora heladores, lamían las paredes de adobe rojo. En las memorias del hebreo Eliseo Canetius se describe un asno asombroso que nació en esta ciudad. Tenía los ojos redondos de Juno, la sensualidad amorosa de Venus y el poderoso vigor del griego Príapo. Fue comprado tan a menudo por esposas aburridas y a tales precios que el mercado de esclavos y animales se tambaleó por la inflación. El gobernador romano de la ciudad, Vihemmius Querea, promulgó una ley para divinizar el asno: pasó a propiedad del templo de Júpiter, que cobraba su contemplación - o incluso permanecer un tiempo con él- a precio de oro. En tiempos de Eliseo Canetius todavía quedaban restos de la cabeza del gobernador sobre las murallas. Nada se supo con seguridad del jumento tras la revuelta; se dijo que está junto a los demás dioses, que le han encargado la misión de alimentar el fuego de los sueños nocturnos de todos los hombres.

lunes, agosto 21, 2006

De Anima Bestiarium

(De la fauna y flora de los estados del alma)

IX El Basilisco y la Salamandra

Fue César Calígula amante de las extrañas mezcolanzas de natura. Sus legiones le trajeron, desde el imperio de los partos, un basilisco vivo. Debido a su mirada letal llegó a Roma en una jaula de oro tapada con terciopelo negro. Por su parte, los contrahechos sacerdotes de Vulcano, al pie del Etna, capturaron una salamandra que fue regalada al César al conmemorar el segundo año de su consulado. En aquella fiesta, al aroma de las llamas del sarmiento de la vid joven, de un brasero incandescente surgió la pequeña serpiente ignífuga. No tardó Cayo Calígula en mandar yacer el basilisco y la salamandra, la cual, al cabo, puso un huevo de color del fuego y la textura del mármol. A los tres meses nació un pequeño animal que no sólo mataba con la vista sino que producía la combustión de aquel al que miraba. Fue llamado Piroleus por los sacerdotes del templo de Júpiter Capitolino. Drusila, la augusta hermana y amante del César, sabedora de que éste utilizaría el hallazgo para continuar diezmando – de manera quizás más ingeniosa - el senado y el pueblo de Roma, hizo ahogar al monstruo en el Tíber. Desde entonces, cada vez que la niebla se tiende sobre las colinas de Roma, se dice que Piroleus, el hijo del Basilisco y la Salamandra, se ha enamorado de una ninfa y ha intentado besarla.

Adopción - 3

La entrega

El orfanato de Nang: la institución que os entregará a Lucía. Un enorme y desnudo edificio blanco sobre una explanada de tierra removida y sin árboles. Algunos farolillos rojos de papel cuelgan en las columnas de la entrada y de las ventanas enrejadas de la fachada principal.
Sois conducidos a un aula donde la directora, flanqueada por dos empleadas del centro y entre suaves reverencias, os ofrece un cordial y protocolario saludo. Ya sentados, recibís indicaciones generales sobre el procedimiento a seguir. La habitación huele a lejía. Estás inquieto e impaciente; te resulta difícil atender a las explicaciones de la traductora. Tu mujer juguetea con la fotocopia de la niña entre sus manos, mirando de reojo una puerta cerrada. Calibra sus expectativas con lo que esa puerta está a punto de mostraros. En pocos minutos se encarnará el fantasma que habéis acunado durante meses.
Recuerdas, ahora si con detalle, las paredes de aquel aula, cubiertas de dibujos realizados con gruesos trazos de lápiz negro, dibujos de árboles que podrían ser pinos, casitas, monigotes solitarios en mitad de papeles en blanco. Firmáis algunos documentos.
La directora, no sin cierta ceremonia, aprieta el botón de un interfono y susurra una orden ininteligible. Se abre la puerta.
Lucía aparece de la mano de una obesa cuidadora que viste una abotonada bata gris. Estúpidamente, no puedes apartar tu mirada de la tarjeta de identificación que le cuelga del bolsillo. La niña, peinada hacia atrás, sujeto el pelo con un cintillo desteñido, permanece parada en el umbral, resistiéndose a los suaves tirones de la celadora que sonríe con una rígida mueca. Una aparición de inmaculada pulcritud, pequeña y perfecta.
La directora llama a Lucía animándola a pasar con un gesto de la mano. Te sientes incómodo, como en una representación teatral, cada uno de vosotros personajes que interpretan un papel asignado para aquella frágil escena. Sólo la niña es una presencia real, una menuda diosa oriental de pelo moreno y lacio, brillante de tan negro, y una cara de ángel desvalido que te provoca un latigazo de angustia. Sus brazos permanecen pegados al cuerpo, como un par de alas plegadas. Apenas puedes moverte, clavado en la silla. Os mira como a sus desconocidos captores, confusa pero firme.
Por un instante no te sientes digno de ella. Miras a tu esposa, buscando ayuda: con los brazos abiertos, se ofrece tímidamente a la niña. Hace lo correcto. La pequeña se gira levemente . En la mochila, decorada con grandes libélulas de colores, sujeta a la espalda, lleva Lucía todas sus pertenencias: un peine, una muñeca vieja, algo de ropa, un casete con canciones de cuna chinas..., y alguna otra cosa que no recuerdas. A su lado, las celadoras son apenas seres humanos simiescos y toscos.
Delgada como un junco, frágil y radiante, así llegó Lucía, una estatua de porcelana en el umbral.

domingo, agosto 20, 2006

De Anima Bestiarium

(De la fauna y flora de los estados del alma)

VIII El Gusano de la Muerte

Nos dice Hibrandianus en su Rerum Natura que en el mismo momento del parto, las Parcas introducen en el neonato la larva de un gusano. El monje irlandés lo llama vermithanatos por su asombroso comportamiento. Crece al unísono con nosotros, se alimenta de nuestra ingesta, y poco a poco va infiltrándose en todas las vísceras del cuerpo. Tiene el color del mármol sepulcral, una longitud inmensa, no tiene ojos y está anillado como las lombrices. Cuando Átropos decide con sus tijeras cortar el hilo de la vida que sus hermanas han preparado, el vermithanatos divide su cabeza en tres partes, que a través de las cavidades del cuerpo se dirigen al corazón, para rodearlo y aplastarlo en una suerte de danza macabra. Llegado el momento del deceso, el gusano se reproduce, partiéndose en miríadas de larvas que sus creadoras recogerán para la siguiente siembra: son los gusanos de sepultura.

sábado, agosto 19, 2006

De Anima Bestiarium

(De la fauna y flora de los estados del alma)

VII El Azor de la Envidia

Son sus plumas de un color amarillo violento, según Aristomarcos, y teñidas de verde triste si ponemos nuestra fe en Cayo Mulvio Secundus. Tiene las garras manchadas con sangre vieja, y de sus blancos ojos nada se escapa. Con sus plumas se adornaron, para reconocerse, los asesinos de Cayo Calígula. Estas rapaces se atacan cruelmente unas a otras, y se alimentan de sus muertos, pero está escrito que lloran lágrimas de sangre al acabar los festines. Se dice que sólo anidan en lo más profundo de los bosques de Cilicia, pero sus crías son difíciles de divisar: juegan a ver quién vuela más alto.

Memorias de un electroduende


The Eraser: las memorias de un electroduente

En el niquelado interior de una fábrica de rock electroquímico, situada en un remoto lugar de la galaxia, los componentes de Radiohead ultiman el que será su próximo álbum desde "Hail to the thief" (2003). En momentos de distracción o descanso, cuando nadie lo ve, el vocalista y líder del grupo Thom Yorke toma notas para sus construcciones electrónicas en servilletas de papel, en los márgenes de un manual de astrofísica para diletantes. Al amparo de la oscuridad, sin ruido, armado tan solo de un ordenador personal, Yorke ha dado forma a "The Eraser" (2006) una radical continuación de las preocupaciones y visiones musicales expresadas en "Kid A" (2000).
Como una suerte de Kid B, "The Eraser" ofrece un catálogo de electrónica low-fi, de cocina casera, pulsátil y crujiente, montado sobre delicados beats y bases rítmicas que se apoyan en la voz doliente y quebradiza de este duende melancólico.
Con total ausencia de arreglos o instrumentos clásicos de banda rock (excepto un piano en la primera canción y una batería analógica en la última), el trabajo de TY se sitúa en las antípodas de su famosa Creep, la ruidosa y vocinglera canción estrella del “Pablo Honey” (1993). Interesante ejercicio de introspección musical, este “The Eraser”, que a buen seguro no gustará a los fans más intransigentes de Radiohead por la ausencia del brillo fulgurante de anteriores entregas.
TY despliega su vocacional discurso electrónico sin imposturas ni gestos histriónicos; no recurre a los socorridos juegos con ruiditos, tan en boga en la música electrónica actual. Las inquietudes existenciales y urbanitas de este flacucho electroduende de ojos torcidos reverberan como los frágiles y sombríos bloques rítmicos que conforman el esqueleto de su trabajo.
La estética de TY se despoja de lo innecesario, de acumulaciones sonoras, de hallazgos a toda costa originales, para ofrecer un producto final sobrio y honesto. Nada de escándalos. Véase, por ejemplo, en el otro lado de la fuerza, el último disco de Matmos (“The rose has teeth in the mouth of a beast”), donde se incrustan todo tipo de ruidos generados con tijeras, papel higiénico, materia orgánica, platos soperos, quemaduras de cigarrillos o caracoles. Nada más lejos.
El disco de TY navega a través de una tenue línea melódica sustentada por la voz, más contenida que en el pasado, de este triste androide que parece ir haciéndose mayor. No es música de baile, ni decorará el salón para las visitas. Es un disco en solitario, en el más estricto sentido de la palabra.

Hay vida en la electrónica.

viernes, agosto 18, 2006

Adopción - 2


La carta

Habías recibido el informe del China Center for Adoptions Affairs unos meses antes. Durante toda la mañana esperaste a que tu esposa regresase del trabajo para abrir la carta.
El sobre palpitaba en tu mano.
Contenía, como el papel enrollado en el interior de una galleta china de la suerte, una vaga descripción de vuestro futuro.
En un folio con membrete ilegible, los escasos datos de filiación de la niña, la fecha y el probable lugar de su nacimiento, el orfanato donde había sido criada (Nang), una somera descripción física, la presunta ausencia de enfermedades junto a una sencilla exploración médica y su calendario vacunal. El informe estaba redactado en un castellano rudimentario pero correcto. Una referencia concisa a una marca de nacimiento tras la oreja derecha, sin especificar detalles. En un lenguaje menos preciso, se daba cuenta de su condición psicológica. Abandonada dos años atrás en un orfanato rural, sin más datos que un arrugado escrito con su nombre y unas frases cuyo contenido no se desvelaba, la niña había crecido sin aparentes problemas. Podía adivinarse entre líneas, según la somera descripción de su conducta, un temperamento silencioso y solitario.
Pronto serías capaz de recitar de memoria su breve contenido.
Lo que realmente te inquietó fue la fotografía.
Parecía, pensaste, la fotocopia borrosa de un fax, granulada y tosca, sin definición, la sombra de una silueta que podría haber sido la de cualquiera, la de nadie.
Os esforzáis en adivinar en la confusa forma fotocopiada a una niña de cara redonda, pelo negro y ojos rasgados que miran al objetivo. No es el retrato espontáneo de una nena distraída o enfrascada en sus juegos. Parece consciente de posar y lo hace de forma concentrada y rígida.
Pero todas estas impresiones, te dices, podrían ser fruto de la ansiedad, la angustia de unos futuros padres adoptivos.

Saint-Gervais ofrece el relato Adopción en breves entregas.
Esta vez tendrá final
.

De Anima Bestiarium

(De la fauna y flora de los estados del alma)

VI El Pez de la Soledad

En las oscuras y frías aguas del Ponto Euxino vive un inmenso pez de color rosa, al que los nativos de Trebisonda llaman cocenitius. Tiene seis aletas en su parte superior, el cuerpo rechoncho y la mirada vidriosa. Según Ptagonios Lupíada, discípulo aventajado de Hesíodo, el primer cocenitius era hijo ilegítimo de Tritón y de Hécate. En los primeros días del mundo gustaba de acercarse a la playa donde muchos siglos después desembarcarán Jasón y sus argonautas; en ella descubrió una mujer, doncella de Afrodita, que se bañaba en el mar. Los grandes ojos del pez se quedaron fijos en la blanca desnudez, en los rizos de oro que corrían entre los pechos, cabellos que, tapando, mostraban, que escondiendo, incitaban. La chipriota diosa del amor, celosa del honor de su asistente, condenó al pez rosa a la soledad y a no usar semejante para procrear; si bien con este manjar tuvo la diosa Afrodita que atorarse cuando más tarde fornicó con Hermes, y el resultado, Hermafrodito, se fundió con la ninfa Sálmacis en un solo ser de doble sexo. Sigue contando Ptagonios que cuando el cocenitius encuentra a otro ser vivo en su camino errante por el Ponto, los dos mueren instantáneamente al verse: de sus cuerpos muertos se alimentan los cangrejos.

jueves, agosto 17, 2006

De Anima Bestiarium

(De la fauna y flora de los estados del alma)

V El Rinoceronte de la Mansedumbre

Más allá de las arenas ardientes del desierto mauritano, a más de cincuenta días en camello, existe una selva impenetrable. Se dice en el libro Física de un desconocido africano que servía con Escipión que existe en la selva un rinoceronte enorme, cuyo cuerno serviría para asegurar la fertilidad de miles de reinas. Está recubierto de enormes placas escamadas, duras como el mármol y oscuras de lodo. Cuenta el africano que este monoceras o unicorne es manso, y aun amigable. Cuando, ramoneando un pasto, huele una persona o un semejante en su territorio, trota raudo a saludarlo y demostrar su alegría. Pero el rinoceronte es miope y no sabe medir las distancias que le separan del amigo. Siempre acaba ensartándolo. Como dijo el poeta Munio Querea: “cuando un amigo hiere inevitablemente a otro, no hay nadie más feliz que el herido, ni más triste que el que ofende”.

Elogio del ateismo


En honor a su más polémico y buscado francotirador (narodnik), Saint-Gervais ofrece su ELOGIO DEL ATEISMO (oración atea). Permitimos su fotocopiado y distribución o, si se prefiere, enmarcado decorativo para ser colgado de la cabecera de la cama.


ELOGIO DEL ATEISMO. Una oración atea.

¿Para cuando el advenimiento de una sociedad atea que no rinda pleitesía a cualquier secta, sea católica, musulmana o evangelista?
¿Para cuando una nueva revolución ilustrada del pensamiento que aleje la mística mágica y permita el retorno de la filosofía?
¿Hasta cuando seguir financiando espectáculos vaticanos de masas? (Sugerimos la venta de entradas para esos conciertos del Santo Padre y sus coros de adulones)
¿Hasta cuando la infiltración de las sotanas en los contenidos docentes de nuestros colegios?
¿Hasta cuando los intereses sectarios religiosos intoxicarán la vida pública y política de un país presuntamente laico?
¿Por qué tolerar que cualquier Iglesia se inmiscuyan en las políticas sanitarias y la investigación científica?
¿Para cuando el abandono de los ritos sacramentales que adornan los hitos vitales de los ciudadanos? ¿Cómo explicar esta filia a bautizos, comuniones y bodas de vestido blanco?
¿Hasta cuando soportar a clérigos de cualquier credo, pastores de ovejas mansas, relatores fanáticos de la única verdad, señalando el camino con el dedo (sucio)?
¿Para cuando su desenmascaramiento?: cachorros mimosos del poder, manipuladores de la moral, instigadores de la violencia, apisonadoras de la inteligencia libre y del hedonismo, traficantes de la culpa, acaparadores de bienes materiales.
¿Para cuando la demolición de los paraísos celestiales y los infiernos ultraterrenos?
¿Para cuando el desescombro y reconstrucción de los paraísos terrenales?

miércoles, agosto 16, 2006

Hoy leo...


  • Banville, J. , "Copérnico"
  • Cervantes, M. de, "Don Quijote", Parte II, Cap. 17 al 19
  • Ordoñez Gallego, A., "Algo Tan Natural (Reflexiones sobre la muerte)"

Adopción - I


Souvenir de Beijing

Son pocos los recuerdos que conservas de Pekín. Un mes de noviembre durante el cual vagaste por un país extraño, un vasto país que no deseabas conocer.
Aunque son escasos, acuden a ti como memorias obsesivas y parásitas, acertijos sin solución:

· la lluvia helada y sucia que formaba charcos de nieve blanda y embarrada, un fango crujiente sobre las calles…
· el retrato de Mao oscurecido por el agua, custodiando la Ciudad Prohibida, atento al deambular cabizbajo de la gente sobre una enorme explanada desnuda…
· los rostros fríos e idénticos de los pekineses circulando lentamente con sus bicicletas sobre el barro…

En una tienda del gobierno compraste una cajita negra lacada; en la tapadera los meandros de un río de nácar discurrían entre montañas desdibujadas por la bruma. Contenía unos pinceles para tinta china, un recipiente de cristal y un sello rojo con un ideograma para ti indescifrable. En una esquina, la laca brillante estaba resquebrajada y la grieta se desplegaba como una tenue tela de araña.

Saint-Gervais ofrecerá por breves entregas el relato Adopción.
Esta vez tendrá final.

De Anima Bestiarium

(De la fauna y flora de los estados del alma)

IV El Arbusto y la Piedra

Es Ítaca, patria del Rey Odiseo, un isla dura y seca en la que nada podría crecer si no fuera por una extraña relación amorosa. Cuenta Apolonio Filoneida, el de las manos cansadas, que el viconoide es un pequeño arbusto de negro tronco y verdes hojas, oscuras y recias, que crece sobre las piedras grises de la isla. Va introduciendo sus raíces por entre los huecos que dejan las rocas, las cuales, en un gesto de amor y locura carnal, se entreabren solícitas para entrelazarse con la planta, mezclando sus esencias y disgregándose paulatinamente. El interminable paso de los años, el rigor de las tormentas y el sol del Egeo convierten a los amantes en arena, esa misma arena que reposa en la playa con el único objetivo de ser besada por el héroe que vuelve a su tierra.

martes, agosto 15, 2006

Jackson Pollock: gota a gota

Con un cigarrillo colgando de la comisura de sus labios, una lata de pintura en una mano y una brocha manchada en la otra, Jackson Pollock se sitúa sobre el lienzo colocado horizontalmente en el suelo de su estudio.
Moviéndose en el interior del cuadro, Pollock (también conocido como Jack The Dripper) deja que la pintura se escurra desde la brocha, que chorrea y gotea en un proceso parcialmente controlado. La inspiración, el alcohol, el genio dictan los movimientos de su mano. Cualquier referencia que remita a una figura o signo reconocible es eliminada.
Farsante o genio alcoholizado, la figura de Pollock, 50 años después de su muerte, mantiene enzarzados a los críticos de la historia del arte. Puede acercarse el lector a Pollock a través de la película protagonizada por Ed Harris. Hasta donde se, no hay videojuego.

Sirva esta entrada de admirado recuerdo a su obra. Pero, más allá del homenaje, la pintura de Pollock, como la de cualquier artista no figurativo, puede invitar a enredar en los límites de la creación literaria.

¿Sería posible escribir desde dentro de la página, pueden las palabras ser distribuidas como chorreantes manchas sobre el papel sin pretender más que un fulgor o una sensación sin significado? ¿Puede la obra literaria desprenderse de su necesidad de contar o de dar cuenta de un discurso narrativo? ¿Puede el proceso de la escritura liberarse de los significados comunes y gastados para buscar otros nuevos?
No, por supuesto, la novela. Cuando la novela pretende desfigurar o desligarse de su vocación narrativa, termina convertida en un monstruo irreconocible e intransitable (léase, si esto fuese posible, Larva de Julián Ríos).
Quizás la poesía, que en algún momento jugó a dibujar sobre el papel con las palabras en un ejercicio de doble significado: el de lo escrito y el de lo representado visualmente. La poesía se sitúa más cerca de la libertad no figurativa.

Aun siendo un deseo contra la naturaleza última del signo escrito… quién pudiera manipular las palabras como grumos de óleo, manchas acrílicas de un lenguaje no reconocible, música límbica librada de significado.

De Anima Bestiarium

(De la fauna y flora de los estados del alma)

III La Vaca de la Esperanza

Más allá de Elefantina, más allá de Abu Simbel, el Nilo aún es poderoso. Según se lee en los viejos papiros hallados en la Esfinge por los soldados de Alejandro el Macedonio, depositados en la Gran Biblioteca Alejandrina, existe muy al sur una isla sagrada en el centro de un inmenso lago. En ella vive una vaca llamada Bóvila, hija de Zeus y de su real esposa Hera. La vaca sagrada ha heredado los ojos de su madre: redondos, grandes, eternos. Fue concebida en día nefasto; es un animal maldito. Ha sido consignado que Bóvila ha de estar siempre esperando: cada crecida del padre Nilo la deja encinta. Un día antes de la subida de las aguas, pare con grandes dolores innumerables monstruos: son los cocodrilos.

lunes, agosto 14, 2006

Hoy leo...


  • Martin, G. R. R, "Canción de Hielo y Fuego III, Tormenta de Espadas"
  • Dovstoyevski, F., "Los Hermanos Karamazov"
  • Banville, J., "Copérnico"

De Anima Bestiarium

(De la fauna y flora de los estados del alma)

II El Árbol Embriagado

Sólo se encuentra este árbol bajo los recios montes que limitan por el norte la tierra de los escitas. Cuenta Flacmeón Hagíada que los nativos lo llaman svetonós, que quiere decir el árbol del vino. Unos interpretaron que esto significa que sus frutos embriagan, pero Marco Aulio Vero Munio nos dice en su Rerum…, libro XII, capítulo III, que el svetonós tiene la propiedad de reírse y agitar las ramas bajo la lluvia, en una suerte de hipo. Cuando sale el sol, las hojas se mustian y las ramas tocan el suelo; el árbol embriagado se ha dormido.


domingo, agosto 13, 2006

Manual de Literatura para Caníbales

Aquellos que compran libros con cierta frecuencia se ven abocados a acumular toneladas de páginas en cada rincón de su casa. Muchas de esas páginas no volverán a ser leídas y probablemente no merecieron una primera lectura. Buscadores por instinto, a veces siguen pistas falsas, rastros dejados en los suplementos culturales por críticos poco exigentes o mercenarios editoriales. Y la presa capturada no es más que un pellejo de 20 euros y 310 páginas.

Podría ser el caso de "Manual de literatura para caníbales" de Rafael Reig (Debate, 2006). Los cantos de sirenas de un suplemento y la crítica favorable de Lorenzo Silva en un programa de radio (¿por qué hacer caso a escritores que no nos interesan, especialmente cuando hablan en tertulias radiofónicas de fin de semana?) empujan al lector a entrar en una librería y rebuscar entre las pilas de libros el volumen de Reig. Suelta la pasta y va ojeando el libro por el camino, estudiando la portada, captando el olor del papel nuevo.

Experto en las prostitutas literarias del XIX, profesor de literatura y autor de novelas ("Hazañas del capitán Carpeto" es la más reciente), Reig desarrolla en "Manual de Literatura para Caníbales" (MLPC) una mezcla de novela folletín a través de la saga de los Belinchones, manual de literatura de andar por casa (que incluye algunos divertidos ejercicios prácticos) y ensayo crítico presuntamente irónico.
Al final el tinglado no pasa de ser un gazpacho excesivamente especiado y previsible. Como es previsible cargar contra Cela (por delator y censor franquista) o contra Benet (por aburrido y aburguesado), utilizando argumentos escuchados una y otra vez. Con vocación de niño terrible y provocador, Reig genera tedio y una sensación de manoseado deja vu.
Loable condición la del que intenta ser irreverente o pretende mostrar inteligencia crítica a base de pisotear laureles ajenos. Pero se necesita algo más que eso, una mirada más profunda y nueva para que el invento funcione.

La literatura española del XXI se simplifica durante las últimas páginas del libro en La Guerra de las Dos Marías: una lucha entre "monárquicos" estilistas (los seguidores del Rey de Redonda, Javier Marías, herederos de Benet), y los "republicanos" argumentistas (con Fernando Marías a la cabeza, herederos barojianos). Para este bando, el favorito de Reig, un A.P. Reverte hubiese sido un caudillo más convincente y poderoso.
La guerra culmina con la desaparición de la literatura tal como la conocemos y el advenimiento de la creación literaria industrial mercantilista, a la sombra de monstruosas factorías editoriales.

Las disyuntivas de la literatura siguen siendo las mismas desde Horacio (Epistola ad Pisones):
a. Ars versus Ingenium (arte contra ingenio)
b. Res versus Verba (las cosas contra las palabras)
c. Docere versus Delectare (enseñar contra divertir).

Comparto con Reig su indisimulada veneración por César Vallejo. Y la necesidad de poner en cuarentena los cánones (aunque él parece proponer un canon paralelo). También creo interesante la idea de que las vanguardias se construyen sobre los cimientos ruinosos de las generaciones previas; los escritores serían bestias carroñeras devoradoras de cadáveres. Con Reig a la cabeza de las hordas caníbales.

De Anima Bestiarium

(De la fauna y flora de los estados del alma)

I El Pájaro de la Melancolía

Nos habla Aristómides Etergíada de un ave de las llanuras de Hispania. Nace, y su ánimo en la vida es simplemente observar. Crece, y entonces ocupa su tiempo en volar para comprender lo observado. Cuando llega a la madurez, se reproduce una sola vez y muere de melancolía, de consunción, tras corroborar la irrealidad o futilidad de sus observaciones. Su sangre es de color negro y sirve de tinta; sus plumas son como las de el cuervo. Sus garras son fuertes en la infancia y débiles y suaves en la madurez.

sábado, agosto 12, 2006

Hoy leo...


  • Martin, G.R.R., "Canción de Hielo y Fuego III, Tormenta de Espadas"
  • Graves, R., "Yo, Claudio"
  • Dovstoyevski, F., "Los Hermanos Karamazov"

Ironías del destino

WILDE, O., "El Crimen de Lord Arthur Saville".

Llama poderosamente la atención la aceptación por parte del protagonista, Lord Arthur, de la existencia e inevitabilidad del fatum, del destino. Mr. Podgers, quiromántico, le anuncia que sus manos cantan a los cuatro vientos que el joven aristócrata es un asesino. Se encuentra éste en una difícil situación: está prometido y a punto de casarse con Sibila, nombre nada azaroso, desde luego. Y decide acelerar el proceso, asesinar a alguien para acabar con la incertidumbre - que es mucho peor que el crimen e incluso el castigo - y poder casarse con su amada.

Aquí aparece la paradoja que hace de este relato una obra maestra. El destino no existe, realmente es una cuestión de fe: el lord se convierte en asesino cuando “sabe” que lo va a ser. Si no lo hubiera sabido, no aparecería el deseo de matar, y no existirían indicios en la palma de su mano.

Uno de los detalles – periféricos respecto a la acción, importantísimos en la novela romántica – es la estética del crimen: “[el veneno] era inofensivo, seguro, silencioso y actuaba sin necesidad de escenas penosas, por las cuales sentía él profunda aversión, como muchos ingleses”. Más estética: el veneno, un derivado del acónito, metido en una capsulita dentro de una preciosa bombonera.

Pero el futuro, a pesar del destino, es siempre sorprendente. La víctima elegida es Lady Clementine, tía de Arhur, enferma crónica del estómago. Pero Lady decide fallecer por causas naturales, dejando intacta la bombonera. Ya no es – técnicamente - un asesino. ¿Y la estética? A la mierda con ella. Del bombón de aconitina a la bomba de dinamita. Arthur sostiene una entrevista con un dinamitero profesional que es un monumento a la ironía y a la mala leche. Ahora el artista de la muerte es el alemán Herr Winckelkopf – cabeza bizarra, cabeza cuadrada, traducción libre: “No trabajo por el dinero, vivo exclusivamente para mi arte”. Sólo cobra el coste de los materiales. El dispositivo elegido es un despertador – con una figura tallada en madera de la libertad con gorro frigio – que debe explotar su carga de dinamita cuando se llegue a una determinada hora. La víctima elegida es un eclesiástico, de nuevo tío de Arthur. Pero también falla. El alemán, celoso de su prestigio profesional, promete unas bombas de nitroglicerina, a su propio cargo.

¿Cómo se siente Arthur a estas alturas?: “Intentó cumplir su deber [por dos veces] pero parecía que el destino le traicionaba.” Yo diría que más bien el destino se traicionaba a sí mismo, se autonegaba. Pero es un círculo que se va cerrando. Lord Arthur Saville camina desesperado por las calles de Londres… ¿a quién encuentra apoyado en la barandilla del Támesis? Al quiromántico Mr. Podgers. Arthur lo arroja al río. En los periódicos: “Suicidio de un Quiromántico? Lord Arthur ya es una asesino: resuelto el problema, sólo queda una larga vida de felicidad con Sibila.

¿Quién es el verdadero culpable? ¿El iluso que cree a pie juntillas que es un asesino porque lo ha dicho un tipo como Mr. Podgers y entonces se deja llevar por la fatalidad? ¿O lo es el que anuncia, el mensajero, el evangelista, el quiromántico?

Nos deja Wilde el mensaje: elimina de tu vida todos tus Mr. Podgers. Vive el presente. Carpe Diem. Saber los hechos nefastos del futuro no los previene, incluso los puede llegar a provocar. Que nunca sepamos el futuro, sigamos ciertamente libres.

Todo esto da un relato de veinticinco páginas. Y mucho más. Ironías del destino.

CALEXICO: añorando la frontera

Calexico (J Burns & J Convertino) y Giant Sand (Howe Gelb) son dos grupos a los que he seguido en los últimos años con rendida admiración. Recientemente ambos han publicado nuevos trabajos, bien recibidos por la crítica musical. Pero la escucha del último disco de Calexico (Garden Ruin) obliga a echar la vista atras, añorando los paisajes de sus discos previos. Calexico ha perdido parte del encanto y la fuerza de su obra anterior para sumirse en un reconocible pop-folk de estrucutra más convencional.
Escuchar a Calexico es sumirse en las polvorientas fronteras del western, transitar desfiladeros rocosos en el desierto a lomos del peyote y una botella de tequila, irse de parranda con crepusculares mariachís o conducir por las infinitas carreteras que atraviesan el desierto de Sonora.
Algunos temas (los más oscuros) del disco de 1998 The Black Light podrían acompañar la lectura de libros como Meridiano de sangre de Cormac McCarthy: banda sonora con guiños a Morricone, percusiones profundas y arreglos de viento que generan atmósferas espinosas e inquietantes (escúchese "Chanc" o "Missing"). Tampoco desentonarían en algunos pasajes de A sangre fría o en un western torturado de Anthony Mann. Los discos posteriores Hot Rail (2000) y Feast of Wire (2003) son igualmente recomendables, quizás éste último el más depurado y elegante de todos, con leves virajes electrónicos.
Viva Calexico!

viernes, agosto 11, 2006

Hoy leo...

  • Martin, G. R. R., "Canción de Hielo y Fuego III, Tormenta de Espadas"
  • Graves, R., "Yo, Claudio"
  • Wilde, O., "El Crimen de Lord Arthur Saville"

Reivindicación de Don Juan

En tiempos de anodina creación literaria, sumidos en el síndrome “Ruiz-Zafón”, esto es, escritura mediocre en la sombra del viento, humo banal, falta de sustancia y escasa ambición técnica; en estos tiempos de intelectuales de perilla y piano, cuentas bancarias y listas de más vendidos en el ABC cultural; en estos tiempos, digo, donde las editoriales se van pareciendo cada vez más a un burguer king y el sabor de los libros se impregna de ketchup y mostaza; en momentos de autores que aparecen y desaparecen como hongos en las mesas de las librerías y en el que se despueblan los fondos de catálogo; insisto, en estos tiempos de pensamiento blando, se reclaman escritores perdurables de escritura potente, dictada por la necesidad y la destreza. Visiones periféricas y críticas.
Por eso reivindico a Don Juan (Goytisolo) y a un libro (olvidado) como “Fiestas”.
Publicado en 1958 en Buenos Aires (Emece) y Barcelona (Destino), relata episodios de la vida de unos pocos hombres y mujeres, de algunos niños, en un barrio de la Barcelona de postguerra. Los personajes parecen habitar un lugar situado en la frontera entre la burguesía acomodada y decadente y los pujantes pero míseros “murcianos” y charnegos que se agolpan en las chabolas cercanas, como una amenaza para el futuro.
No hay mucha tregua para el lector, confrontado con la mezquindad humana en sus diversas manifestaciones, pero sí un lugar para la complicidad en el sufrimiento, la derrota y el porvenir truncado de las ilusiones.
De fondo, el advenimiento de un Congreso Eucarístico Internacional que trasforma la piel de la ciudad sin cambiar nada en su entraña, un festival de cruces de neón y clérigos asotanados paseando por las calles, religiosidad bienpensante, reventón de discursos religiosos, petulantes y vacíos. Mientras una de estas arengas suena en la radio, alguien observa desde su ventana con unos prismáticos el triunfal desalojo de las chabolas por la policía. Este Congreso Eucarístico remite necesariamente a otras visitas y otros espectáculos que el Vaticano pasea por el mundo en los últimos tiempos, rodeados del boato y los beatos en las costas del levante español. Más al sur, la inmigración desembarca a sus muertos.
Son las “Fiestas”. Los sueños se refugian inútilmente en las tabernas de los puertos, en la amistad de los pescadores, en las rifas de los “Chocolates El Gato”, en un huerto arrebatado a un solar. La amistad es traicionada, las barracas demolidas, los huertos robados, el azar juega a favor de los poderosos. Como gallinas, unas endomingadas señoras picotean el anillo de un obispo.
Escritura necesaria para quitarse la pereza, despertar de la tontería, quitar el polvo a las neuronas y activar abandonados neurotrasmisores. Escritura valiente y ambiciosa que irá a más en la obra de Don Juan (Goytisolo) y que alcanza cuatro “ochomiles” en Señas de Identidad, Reivindicación del Conde Don Julián, Juan Sin Tierra y Paisajes para después de una Batalla.

Curiosamente en mayo de 1958, año de la publicación de “Fiestas”, Franco promulga la Ley de Principios del Movimiento Nacional, de la que rescato el encabezamiento y el segundo artículo

Yo, Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España, consciente de mi responsabilidad ante Dios y ante la Historia, en presencia de las Cortes del Reino, promulgo como Principios del Movimiento Nacional, entendido como comunión de los españoles en los ideales que dieron vida a la Cruzada, los siguientes:
I...
II. La Nación española considera como timbre de honor el acatamiento a la Ley de Dios, según la doctrina de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única verdadera y fe inseparable de la conciencia nacional, que inspirará su legislación.
III...

jueves, agosto 10, 2006

Hoy leo...


  • Martin, G. R. R., "Canción de Hielo y Fuego III, Tormenta de Espadas"
  • Proust, M., "En Busca del Tiempo Perdido V, La Prisionera"
  • Graves, R., "Yo, Claudio"

El Dolor

El dolor es como el vaso que se derrama.
Aun tras vanos intentos aglutinantes,
nunca vuelve a estar el vaso lleno.

Y es más trágico el constatar
las grietas que enmarañan el cristal,
la vida que se escapa cuánticamente.

Inexorable.
La arena cae, grano a grano.
El alma se desnuda para la muerte.
Inexorablemente.

Das un paso. Puedes dar otro.
O no. El tiempo lo dará por ti.
Inexorable.

La melancolía hunde sus raíces
en la incapacidad de elección.
Inexorablemente.

Declaración de Intenciones

  • Blog mestizo en el que se cruzen las líneas de un diario compartido, imagen deformada de un blogger de tres o más cabezas.
  • La literatura como centro, recinto de sólidas ruinas que defender sin motivo, donde solazar el tiempo mientras la muerte se acerca.
  • La amistad como origen, la libertad como final.

Un inicio...


"Aquel primer lunes del mes de abril de 1625 se vio la aldea de Meung, lugar donde naciera el autor del Roman de la Rose, tan profundamente conmocionada como si los hugonotes pretendieran convertirla en una segunda Rochela."