miércoles, agosto 23, 2006

Descansando, I

María me contempla. Por fin ha dejado de llorar, y sus lágrimas son sólo una sombra que agudiza la ingente presencia de sus ojos verdes. Las manos parecen descansar sobre sus rodillas, pero sé que tienen el tenue vibrar de lo vivo. Los nudillos asoman blancos entre sus rosados y largos dedos. Está mirando mis pies, mis zapatos. Pero hay cosas en que la vista no puede fijarse durante mucho tiempo, ya desvió los ojos, otra vez al techo. ¿Qué pensará?, me pregunto. Y, como para tantas otras cosas, no tengo respuesta. O si la tengo, no oso pronunciarla. Su madre –la señora de todos los momentos - se acerca para decirle que tiene que comer algo. Ella sonríe – dios, esa sonrisa – y le dice que no. Mamá sale de la habitación, meneando la cabeza, preocupada. María se levanta, se acerca y me besa en la frente, otra vez. Yo no puedo sonreír. Ya no.

4 Comentarios:

Blogger L Malaletra dijo...

Me temo que estemos en el pellejo de un enfermo, encamado e incapaz de moverse...
uff, vuelves al lado soleado de la vida.
Efecto conseguido

10:04 a. m.  
Blogger José L. Muñoz Expósito dijo...

Efectivamente es un cambio, pero no al lado oscuro, in fact, i want to move BEYOND the dark side of life...

3:20 p. m.  
Blogger Julio Abelenda dijo...

Yo también me decanto por la interpretación chunga, más conociendo el percal... De lo que dices ("beyond the dark side of life") no interpreto un repentino ataque de beatitud literaria, sino un movimiento hacia maldades ulteriores... Como decía Ballard: "me mudaré al lado oscuro".

Por lo demás, tiene una pinta excelente. Celebro tu vuelta a este tipo de ruedos (ahora, a celebrar buenas corridas).

Ejem...

(La influencia del Quini, qué se le va a hacer...)

9:43 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Transición a signos más próximos pero también más umbríos
Ha sido muy estimulante la huella del Bestiarium.
Este comienzo no decepciona al paladar mal acostumbrado

8:07 a. m.  

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