lunes, agosto 28, 2006

Adopción - 6

Regreso al hogar

La vuelta a tu casa estuvo sumida en un prolongado jet lag de cansancio y confusión, impregnada, al menos para ti, de una duradera sensación de irrealidad. A pesar de que tu esposa, con su admirable saber intuitivo y metódico, ese conocimiento inspirado que le ayuda a tomar las decisiones correctas y del que tú siempre careciste, dirigió vuestro retorno y el proceso de adaptación hasta en los mínimos detalles. Persistieron las pesadillas, el insomnio, la fatiga, elementos que fueron precipitando un sin fin de insignificantes y agotadores accidentes domésticos que sólo estas circunstancias podrían explicar. A modo de consuelo racional, estos son los argumentos que te repites.
Sin ánimo de formular una relación exacta de lo acontecido, siguiendo tu impulso a confeccionar listas inútiles, con la intención vana de poner un poco de orden, de buscar, piensas, una conexión entre ellos, recuerdas algunos episodios:
  • Aquella tostadora, cuyo color hacía juego con la encimera, y que te provocó punzantes descargas eléctricas mientras preparabas el desayuno; las tostadas tendrían después un raro sabor metálico.
  • La caída fortuita de tu mujer en el cuarto de baño que dio como resultado un hematoma azul en su cadera. Le untaste una pomada con miedo a hacerle daño.
  • Charcos de agua jabonosa bajo la lavadora al volver del pediatra (niña normal, en los percentiles correctos): se empapó la terraza y los viejos números de una revista de muebles; la casa entera olía dulcemente a suavizante.
  • Objetos que se escurren entre las manos haciéndose pedazos: una campesina de porcelana se hizo añicos contra el suelo, una apreciada figurita que acarreaba dos cubos de madera en el extremo de una pértiga. Recuerdo del viaje a China.
  • Alimentos en mal estado en la nevera: el olor a pescado podrido tardaría meses en desaparecer de los cubitos de hielo.
  • La cinta partida de una persiana ensombrece vuestra habitación; la penumbra se mantuvo más de lo razonable por tu torpeza con la caja de herramientas.
Distracciones, lapsus, olvidos mínimos. Gestos más lentos o torpes de lo habitual, palabras que desaparecen transitoriamente de la memoria, otras que se tuercen o confunden, equívocos en la comunicación cotidiana. Una pila de nimiedades que en algún momento provocó tu perplejidad y el llanto inconsolable de tu mujer.
La pequeña Lucía salió siempre indemne de estos incidentes y nunca se produjeron por su causa.
Fascinado, la observas ahora jugando con su dragón rojo y el collar de perlas de tu mujer. Envuelve al dragón con las vueltas del collar, en una extraña y reiterada danza. Las perlas tintinean con un sonido mate de cristales bajo el agua. La niña tararea unas notas que suenan a canción antigua.

5 Comentarios:

Blogger Julio Abelenda dijo...

Vale, venga, se acerca el clímax, ya están en casa, ya han metido ese elemento de extrañeza en su cotidianidad... Incluso están reventando cosas, aunque de momento sólo sean figurillas chinas de porcelana... ;-P

La niña se dosifica sabiamente, aparece apenas unos minutos certeros del metraje de cada capítulo, dejándonos siempre con ganas de más... La textura sigue siendo incómoda, un punto irreal, como si la realidad hubiera sido tomada al asalto, sutil y definitivamente, por alguna fuerza extraña (que puede estar sólo en la mente del protagonista o en la mirada de este -humilde- lector).

Lo que ya no haré será arriesgar hipótesis. Prefiero seguir disfrutando del sortilegio.

8:34 p. m.  
Blogger L Malaletra dijo...

La impaciencia es propia del buscador de tramas. Leer entre lineas se ajustaría más a lo que este tipo de texto requeriría. Ya veo que, tu tambien bruto, te gusta el chucu-chucu de la presentación - trama - desenlace...

8:45 a. m.  
Blogger Julio Abelenda dijo...

sí, me pirro por el tiki-taka de la presentación-trama-desenlace... Qué extraño que luego mis relatos carezcan precisamente de trama, ¿no?
Gozosamente anclado en el ejercicio de estilo,
J.

12:18 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Ya voy vislumbrando el quid de la cuestión, muy bien resuelto. Aunque confieso que los derroteros que va tomando el relato me incitan a esperar una vuelta de tuerca más. Seguro que nos reservas alguna que otra sorpresa, Doc.

7:54 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Cada vez más desadaptado.
Se desmoronan las coordenadas de su espacio rutinario. Necesita hacer listas para convencerse de cierto control sobre las cosas.
La memoria omnipotente del narrador
dirige el curso del texto. Recuerda...

8:45 a. m.  

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