miércoles, diciembre 27, 2006

Comfortably Numb


Daniel no había llegado al Café de la Estación, pasados veinte minutos de la cita. Sergio estaba aburrido de recordar cómo el pulcro camarero le había servido con auténtica parsimonia de maestro el cremoso y eterno capuccino. Confiado en que el único cliente del bar no estaba muy interesado en la música caribeña, el barman expulsó el CD del equipo y lo sustituyó por otro que extrajo de su propia mochila. En la carátula se veía, tras una mala impresión casera, una gran pared de ladrillos blancos. Pero cuando Sergio iba a hacer por escuchar la nueva música, Daniel entró por la puerta con una sonrisa de disculpa y se sentó frente a él, haciendo una seña al camarero, otro capuccino, por favor. Hello, hello, hello. Is there anybody in there? Just nod if you can hear me. Is there anyone at home? Sergio notó a Daniel muy cambiado, aunque cuatro años - en la treintena que ambos disfrutaban - no deberían dejar demasiadas señales en el rostro, quizás no ocurría lo mismo con las tristezas. Daniel compuso expresión de llegar a comprender cualquier cosa. Come on, come on, now, I hear you’re feeling down. Well I can ease your pain, Get you on your feet again. Creo que esto lo no comprenderás, le dijo Sergio. Pero Daniel acentuó su sonrisa. Venga, suéltalo. Relax, relax, relax I need some information first. Just the basic facts. Can you show me where it hurts? Por dónde empezar, dijo Sergio. Por el principio, por supuesto. En el principio era el Verbo. Los dos rieron de la vieja broma de la clase de Filosofía. Entonces Sergio lo vomitó todo. There is no pain, you are receding. A distant ship's smoke on the horizon. You are only coming through in waves. Your lips move, but I can’t hear what you’re saying. When I was a child, I had a fever. My hands felt just like two balloons. Now I’ve got that feeling once again. No te entiendo demasiado bien, dijo Daniel. Tú siempre tan enrevesado para decir según que cosas. Entonces, el que sonrió fue Sergio. I can’t explain, you would not understand. This is not how I am. I have become comfortably numb. ¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué estás cansado de luchar? ¿Que prefieres unirte al enemigo, dejarte vencer por la vida, dejar de remar? Bienvenido al club, dijo, de una vez, Daniel. Guitar solo. Los dos amigos se miraban de hito en hito, y empezaron a comprenderse a sí mismos porque se veían reflejados en el otro. I have become comfortably numb. El camarero sonreía escuchando la música, tamborileando con una cucharilla sobre la mesa. La profesionalidad escondió a duras penas el gesto de contrariedad al entrar otro cliente. Sergio bajó los ojos a sus manos, que se retorcían desesperadas. Daniel lo miraba fíjamente. OK, OK, OK Just a little pin prick. There’ll be no more, aaaaaaaaaaaahhhhhhhhh. But you may feel a little sick. ¿Todo esto no te hará hacer ninguna tontería, no? Sergio dejó de mirar las manos y le preguntó, más cansado que nunca, si había alguna tontería más grande que la propia vida. Asustado, Daniel bromeó: siempre quedarán los buenos polvos. Can you stand up, stand up, stand up. I do believe it's working good. That’ll keep you going for the show. Come on, it’s time to go. No importa a qué polvos te refieras, Dani, ni los tomo ni los echo. Incluso dejé las pastillas del médico. Joder, Sergio, te veo Living Las Vegas que te cagas. Dani, ya te lo dije antes. There is no pain, you are receding. A distant ship's smoke on the horizon. You are only coming through in waves. Your lips move, but I can’t hear what you’re saying. Tú siempre has sido un tío raro, Sergio. ¿De dónde te vendrá todo esto? ¿Cuándo empezó? Recuerdo que desde siempre, tú… Sí, yo. When I was a child, I caught a fleeting glimpse Out of the corner of my eye. I turned to look, but it was gone. I cannot put my finger on it now. The child has grown, the dream is gone. Ningún sueño se cumple, debes hacerte a la idea, Sergio, si lo hace, es que no era un sueño. I have become comfortably numb. Joder, la verdad, es que me conformo, me aguanto, vivo como hay que vivir, Dani. Sí, vivo. El problema es tanta energía desperdiciada para llegar a esto, Dani, no sabes el daño que me ha hecho reconocer que en el universo ningún esfuerzo puede estar encaminado a la construcción, todo lo más, a detener la destrucción inevitable. Daniel miró hacia la calle por los cristales. Sergio se echó hacia atrás, derrotado. El camarero, resignado, volvió a meter el CD de música caribeña y pulsó play.



Fotos: "Restos de un Capuccino", J. L. Muñoz, 2006
"The Wall", Pink Floyd, Gerald Scarfe y Roger Waters, 1979

domingo, diciembre 24, 2006

FELIZ NAVIDAD


Feliz Navidad


Postales de Amnistía Internacional

http://www.es.amnesty.org/

viernes, diciembre 22, 2006

Metaliteratura

Despertó con la sensación de haber dormido poco, quizás con el regusto amargo de que todas las horas de la noche no habían supuesto más que un pequeño intervalo entre dos inútiles momentos de consciencia. Pero enseguida comenzó a percibir que alguien le observaba, inmóvil, vigilante, escrutador. El duermevela acabó violentamente en una suerte de singularidad casi matemática; encendió la luz. Sus ojos barrieron la habitación: la mesilla con el despertador parpadeando, como si se hubiese cortado la corriente a lo largo de su sueño, su mano enflaquecida, arrugada y rosácea sobre el interruptor de la lámpara, la ropa absolutamente colocada en la silla, la persiana casi cerrada, que apenas dejaba pasar varios segmentos paralelos y entrecortados del frío amanecer artificial de las farolas, el espejo oscuro del armario, opaco como si el azogue lo hubiese robado el diablo. No había nadie, por supuesto, pero continuaba la percepción de ser observado, custodiado… controlado. No quería levantarse, no quería ducharse, no soportaba siquiera el pensamiento de ir al trabajo. Pero acabó por salir de la cama, a regañadientes, luchando con… ¿con qué, con quién?, se preguntó, mientras tomaba una ducha, dejándose envolver por los vapores del agua caliente, apoyando la mano sobre la pared de enfrente y la cabeza sobre la mampara. Después, desayunó como si alguien lo hiciera por él, como si alguna presencia estuviera enviando órdenes extrañas, ajenas, alienantes, que no salieran de su propio cerebro. Cogió la taza vacía para llevarla al lavavajillas pero se paró en medio de la cocina. Encogiendo los hombros tiró la taza al suelo, y se dirigió de nuevo al dormitorio esquivando los pedazos de loza rota. Escrutó con fijeza al espejo, y preguntó: ¿quién eres? Mas si su pregunta era dirigida a sí mismo, al que narra o incluso al que lee, ¿quién podría decirlo con certeza?

miércoles, diciembre 20, 2006

The Lollipop Planet Chronicles


CRÓNICAS DESDE EL PLANETA PIRULETA
(The Lollipop Planet Chronicles)

Una tierna postal de nuestro reportero en el espacio: Roy Batty

Greetings from Lollipop Planet
Hermoso planeta donde el corazón no es una víscera hueca y la sangre, siempre fluida, no se coagula en grumos.
El cerebro, preciso como una central eléctrica transparente, es cristal de roca tallado por una naturaleza finalista y sabia.

Donde el deseo no contamina.
Las pulsiones son blancos caballos con penachos de colores.
Y los espíritus puros danzan en alados coros, con ramos de flores en las manos y besos de azúcar en los labios.
Dios sonríe con su enorme boca de un lado a otro del horizonte.

La muerte es sólo inspiración para poetas.
La infancia, paraíso cerrado.
El planeta donde en insonorizados mataderos los terneros mueren de contento frente a matarifes de mandiles blancos y cara enharinada.
El dolor es insípido, la soledad incolora.
Donde los biorritmos acompasados se deslizan en una partitura zen, banda sonora en tarifa plana.

Donde nadie se ahoga en la belleza del mar.
Los libros crecen como hojas de los árboles.
Bajo la cama sólo habitan zapatos sin barro y las alegres pelusas del hogar.
Y la voluntad y el esfuerzo, representados en ecuestres estatuas, todo lo alcanzan.
Donde el inconsciente es sueño de profetas desquiciados.

El planeta donde hombres y mujeres son la misma y única cosa, clones limpios e iguales, desnudos y sin cupos.
El planeta de una humanidad estéril, envasada al vacío.
Welcome to the Lollipop Planet.









Roy Batty.

lunes, diciembre 18, 2006

Re-Visiones I: Ana Karenina












En 1935, el productor David O. Selznick y el director Clarence Brown filman una nueva versión del clásico de Tolstoi. Para el rol de Ana, eligen a Greta Garbo, que retoma un papel ya interpretado en la versión muda de 1927. No es mala elección: pocos rostros parecen tan perturbadores como el de la Garbo (o el que uno imagina para la heroína – o antiheroína – rusa). En Greta, el alzado de cejas tan vampirescamente femenino, la mirada ligeramente estrábica, y la dureza de rasgos tan poderosa conforman una de las expresiones más grandes de la historia del cine.

Pero la película no sería la obra maestra que es si se sustentara tan sólo en la Garbo. Trabaja magníficamente un sobrio Fredrich March, en el papel de Vronsky, luciendo un bigotito que en tiempos tuvo que poblar los sueños eróticos de muchas, y, me atreveré a decir, de muchos. El hijo de Ana Karenina, Sergei, es interpretado por Freddie Bartholomew, el niñito pijo de Capitanes Intrépidos (1937) (aaaaay mi pescadito….). Una dulcérrima Kitty corre a cargo de la aún muy joven Maureen O’Sullivan. Pero el mejor trabajo, a mi entender, lo realiza un impecable Basil Rathbone, el más famoso de los sherlocks de la pantalla, interpretando a Karenin, el marido cornudo. Su pose hierática a pesar de las tempestades internas y externas, de la lucha entre las pasiones, los sentimientos y la posición social es en verdad memorable.

Mas, ay, no tan memorable es la sobreactuación de Vronsky y Karenina con un tramposo fondo que simula, en mala pintura, el Gran Canal de Venecia. Ni en las peores representaciones de los dramas neoclásicos en un festival de verano puede verse tal engendro. Tampoco la señora Garbo se libra: el alzar las manos a su frente mientras declama como en juegos florales empaña, aunque muy ligeramente, el resultado de la película.

A destacar la labor del realizador, Clarence Brown. La escena inicial de los oficiales rusos cantando canciones militares, con la cámara barriendo hacia atrás por toda la mesa es auténticamente de escuela de cine. Así como el final, en la estación de tren, la música estridente que recuerda el oleaje, y el mover pesado de los primeros instantes de las ruedas y… ya se sabe el final.

Respecto a la calidad de la adaptación de la obra original, es de mencionar la práctica anulación de la pareja Kitty-Levin por los más dramáticamente atractivos Vronsky-Ana. Y eso que Levin no es, en la novela, más que un trasunto del propio conde León Tolstoi y que su hijo fue “consultado” para la película. También es interesante mencionar la desaparición de dos detalles escabrosos: el patético intento de suicidio de Vronsky y el nacimiento del hijo en común de Vronsky y Ana.

Ciertas facilidades electrónicas permiten un visionado fácil y barato de grandes películas olvidadas por los circuitos y los video-clubs. Y este ha sido el caso.

sábado, diciembre 16, 2006

Tankas - 4



Bailas desnuda
sobre la ruina ardiente
de la costumbre
y el mundo te celebra
al borde de su noche

=

En la impureza,
en la acuosa sapiencia
del caracol,
en el verbo mestizo:
ahí te encontraré.

=

El cosmonauta
regresó a tu lecho
y las estrellas
que creía haber perdido
prendieron en tu piel



Francisco Javier Benitez

miércoles, diciembre 13, 2006

Bajo La Cama


Bajo mi cama hay un personaje, que parece alimentarse de los hierros del somier; que construye una forma privativa de geometría cansándose de mirar, sopesándolos, los cuatro pilares que sustentan mi descanso y mi condena. Mas no he podido verle nunca, pues ha levantado sutiles barreras que impiden asomarse, que me atan con invisibles hilos de nada, anulando mi voluntad y dirigiendo la atención de mis maltrechos sentidos a donde él desea, la vista hacia el negro techo, los oídos hacia su extraña voz, tan humana y tan abiótica. Cuando siente que mi peso, al acostarme, mengua su espacio vital, levanta sus manos, se agarra de la metálica red y me empuja; quiere empezar la conversación. La primera vez, en mi borrachera, no me asusté. Después la costumbre hizo el resto; hoy somos casi amigos. Aquel día, el primero, cuando mi lámpara se apagó y dejé de notar el más continuo de los terremotos, le pregunté quién era, y me dijo que todos le decimos cosas parecidas, y que en realidad sería más proporcionado preguntar qué era, y en todo caso, si simplemente era. Yo argumenté en contra, que más da una cosa que otra, me atreví. No es igual, no, hubo de contestarme, didáctico. Soy pero no me llamo, tengo ser pero no tengo nombre. Pareció suspirar, resignado. Continuó diciendo algo así como que a todos nos pasa lo mismo. Ese todos, con el anterior, acabó por intrigarme, y así se lo hice saber. Me contestó entre lo que yo imaginé un par de risas cortas, cortadas, cortantes: sí, no eres el primero con quién me topo. Todos os creéis únicos, me queréis en exclusividad. Tuve que reconocer que tenía razón, que lo quería sólo para mí. Se lo dije, brusco. Sentí como sus manos dejaban los muelles del somier para descansar en el suelo. Luego, con voz despaciosa, añadió: tendrás que pagar por ello. Desde entonces, señor doctor, andamos discutiendo el precio.

lunes, diciembre 11, 2006

Padre amantísimo


Apenas siento su peso sobre el colchón, pero se que está, como otras noches, sentado inmóvil al borde de la cama. Si abro lo ojos lo veré recortado en la tenue claridad del hueco de la puerta. Una sombra quieta. Prefiero permanecer así, con los ojos cerrados, sin moverme, la cabeza vuelta hacia la pared, agarrando mis muñecos entre los brazos.
Escucho su respiración: una máquina rítmica y fría. No podré dormir hasta que se marche, sin ruido, a su habitación. Adivino como se inclina hacia mí, como se aproxima y me observa. Detenidamente repasará la línea oscura de mis cejas, los párpados, la curva de mis mejillas.
Susurra, fundidas sus palabras en la oscuridad del cuarto, y puedo oírle: “...sólo tu vida ...hija mía”.

Creerá que me despierta por las mañanas su voz cantarina de buenos días. Creerá que me hace cosquillas con la punta rígida de sus manos, que imagino grises y voraces como las arañas ciegas de los cuentos. Pero yo estaré esperándole, ensayando un despertar falso, mientras escucho a los vecinos andar por el techo, a los coches arrancando perezosos en la calle. Llegará envuelto en el olor dulce de la crema de afeitado, húmedo el pelo de la ducha. Creerá que cada día le ofrece una oportunidad porque el agua lo bautiza y purifica, porque repite los mismos ritos que inician la vida.

En el coche me aprieta el cinturón, por mi seguridad, hasta que no puedo moverme, ni apenas respirar. Siempre tan preocupado por mí. Veo su nuca rígida por cima del asiento y al girar la cabeza un gesto de obstinación que le arruga la cara. Cuando horas más tarde me recoja del colegio, el simulacro de alegría no podrá esconder las señales de la derrota. Acude cada mañana a su trabajo con la intención más firme, resuelto y vigilante, para volver despedazado y triste. Entonces acentúa sobre mi las miradas de ternura sin consuelo, de naufrago que encuentra al fin el signo que aleja la catástrofe. Reconcentra de tal manera sus ojos acuosos en mí, cuando me cree distraída coloreando cuadernos de dibujo, que siento una extraña forma de dolor.

Es por eso que decidí no resistir, y me entregué a su duelo. Me abandoné a su amor desgarrado como a las inevitables mareas, a la destrucción de los huracanes. A la desesperada aflicción de los animales.

...

Apenas distingo su cara enterrada en la almohada. Verlo tan viejo me envejece. Se borra su sombra yaciente en la oscuridad del dormitorio. La persiana deja pasar la luz de las farolas, atenuada en la ondulación de los visillos. La respiración se apaga, como una vieja locomotora rendida al óxido. Piensa que no lo sé: la enfermedad lo consume. Un ejército de cangrejos excavando galerías en su cuerpo.
Hasta aquí te he acompañado, hasta el borde de tu cama.
Reposa sin peso sobre el colchón. Me acerco un poco. Cree que no me doy cuenta, pero percibe mi gesto, como percibirá mis palabras al susurrarle: “papá... cuando te mueras...”.


Texto: Leopoldo Elvira

sábado, diciembre 09, 2006

Lecturas de Noviembre


I Lecturas Sobresalientes.

1.- Dickens, C., “Casa Desolada”. He leído las 710 páginas de mi edición en cuarto y a dos columnas en tres tirones desde octubre para disfrutar pausadamente de este novelón. No es más conocida que Oliver Twist o que David Copperfield, pero el talento narrativo de Dickens está aquí elevado a la máxima potencia. Una lectura que invita a otras: dentro de unos años, cuando el tiempo será aún más importante porque quedará menos, me estará esperando, de nuevo, Casa Desolada.

2.- Pérez-Galdós, B., “Marianela”. Lo que fue en su día una lectura obligatoria de instituto ha sido casi veinte años después un prodigio de sencillez y sensibilidad, esa sencillez que sólo se consigue con talento y dedicación, y esa sensibilidad que nunca roza, en este libro del escritor canario, la gazmoñería facilona.

II Lecturas Interesantes.

3.- Kapuscinski, R., “El Emperador”. El ocaso de Haile Selassie y de sus megalomanías, contadas en primera persona por sus propios dignatarios y funcionarios, y compiladas con maestría por el genial periodista polaco. No encuentro parangón para la ironía de Kapuscinski en la literatura que proviene del periodismo.

4.- Maupassant, G. de, “El Horla y otros relatos fantásticos”. Hacer una antología de relatos –de uno o varios autores- es empresa arriesgada: siempre adolecerá de irregularidad. Este es el caso de la presente, aunque me quedo con dos relatos magistrales: “El Horla”, y “¿Quién lo sabe?”

5.- Baroja, P., “El Árbol de la Ciencia”. No sé si este libro es una lúcida visión en 1911 de lo que iba a ser el resto del siglo XX o representa el egoísmo acérrimo de su suicida protagonista, el médico Hurtado. En cualquier caso está más que correctamente escrito, con un impresionismo verbal notable. Muy interesante y recomendable.

III Pasaron Desapercibidas

6.- Varios, “Los Mejores Relatos de Anticipación”. Conjunto de relatos de ciencia-ficción de entre 1940 y 1960; entre mucha morralla pulp y de navecitas, relatos completamente ingenuos y de serie B, podemos destacar “El Examen”, de R. Matheson, “Refugio en las Estrellas”, de S. Merwin, Jr., y el divertidísimo “La Voz de la Langosta”, de H. Kuttner.

7.- Tolstoi, L. N., “Felicidad Conyugal”. Obra menor y temprana del ruso, muy irregular, que intenta describir las distintas fases de un matrimonio “ideal”. Lo juzgo, más que didáctico, doctrinario; no ayuda nada que el personaje sea femenino: la visión masculina de una mujer del XIX no es nada halagüeña, el Instituto de la Mujer no recomendaría este libro.

IV Tiempo Perdido.

8.- Cansinos Assens, R., “Preliminares a las Obras Completas de Balzac”. Sólo algún momento interesante en el mamotreto perpetrado por el magnífico erudito semita – español.

V Lecturas Parciales

  • Martin, G. R. R., “Song Of Ice And Fire IV, A Feast Of Crows”, III, “The Captain Of Guards”. Dolores en las articulaciones bajo los naranjos de Dorne.
  • Homero, “Ilíada”, Canto XXI. Aquiles prosigue su matanza de las huestes de Ilión, los dioses, celosos, se embarcan en sus propias luchas. Cuando cerré el libro, hasta mis manos estaban empapadas en la sangre de aqueos y troyanos.
  • Proust, M., “En Busca del Tiempo Perdido II, A La Sombra de las Muchachas en Flor”, páginas 101 a 150. Seguimos elaborando el índice onomástico con biografías y referencias internas.
  • Cox, C. B., “Estudio Biográfico Preliminar a las Obras Completas de Conrad”. Pues eso, y además muy interesante.
  • Cervantes, M. de, “Don Quijote”, Parte II, Capítulos XXX al XXXII. Don Quijote y Sancho arriban al castillo de los duques, donde van a ser pasto de las peores afrentas y burlas que imaginarse puedan, preparándose la gran farsa del Clavileño.

VI Otros Noviembres.

1999 Leí 3 Libros, ninguno sobresaliente

2000 Leí 4 Libros, destacó “Vagabundo en África”, de J. M. Reverte.

2001 Leí 7 Libros, destacó la 4ª lectura del “Lazarillo de Tormes”

2002 Leí 5 Libros, destacaron “La Memoria de Shakespeare” de J. L. Borges y “Los Caminos Perdidos de África”, de J. M. Reverte.

2003 Leí 17 Libros, destacaron las cinco primeras entregas del capitán Alatriste, de Pérez-Reverte, y “Matías Sandorf” y “La Casa de Vapor”, de J. Verne.

2004 Leí 10 Libros, destacaron “Memorias de Mis Putas Tristes”, de G. G. Márquez, y “El Río de la Desolación”, de J. M. Reverte.

2005 Leí 7 Libros, destacó “El Médico de Ifni”, de J. M. Reverte.

Declaro solemnemente a noviembre como el mes de Javier Martínez Reverte.

martes, diciembre 05, 2006

Música Límbica


Capítulo 1: la entraña errante


Caminaba a grandes zancadas, procurando entrar en calor con el movimiento enérgico de sus piernas. Lisboa en diciembre podía ser una ciudad fría, a pesar de la tibia humedad que parecía desprenderse del anchuroso delta del Tajo. Echando un rápido vistazo a su reloj de bolsillo, Alfonso Mora verificó que la tarde se acercaba a las ocho. Una tenue tela de vapor de agua empañaba la esfera. La luz de las farolas iluminaba la acera brillante y el vaho de su respiración se agitaba en torno al rostro sin afeitar.
La morgue se encontraba en la planta baja del Juzgado, un edificio señorial, lóbrego. Como ayudante del cirujano forense, era obligación del pulcro señor Mora tener preparados los cadáveres en la sala de autopsias. Y junto a ellos, el instrumental de disección, reluciente y ordenado sobre la mesa de aluminio. En el sótano, un umbrío recinto que rezumaba el aroma dulzón de la muerte, los cadáveres se disponían en camillas paralelas junto a las paredes encaladas, esperando a ser desentrañados. Los cuerpos inmóviles yacían cubiertos por sábanas viejas, donde las manchas dibujaban mapas de ocres contornos. Sólo descubierto un pie, de cada dedo pulgar colgaba, atada por una delgada cuerda, una etiqueta de cartón con la identificación del difunto.
Alfonso descolgó la bata del gancho situado tras la puerta y observó la sala con tranquila familiaridad. No obstante, el trabajo de esta noche era especial: un ilustre cadáver, descubierto en su cama, anegado en sangre, el pecho perforado por un sin fin de cuchilladas, le esperaba en el sótano.
Miró las arrugadas etiquetas de cartón hasta dar con la que buscaba. No sin cierta ceremonia, agarró los extremos de la sábana y tiró de ella hacia arriba y a un lado. Un irritante olor inundó sus fosas nasales y le hizo toser; por un momento los ojos lagrimearon y no pudo discernir con claridad qué era aquel manchón oscuro al final del cuerpo inerte.
Se acercó a la cabeza del muerto para descubrir con espanto que el cráneo había sido serrado y la sanguinolenta calota craneal, como el caparazón peludo de una tortuga, depositada sobre los genitales del cadáver. La cabeza era un recipiente hueco y membranoso: el cerebro de Asunsao Lopes, el más insigne poeta luso de fin de siglo, había sido robado.

Leopoldo Elvira

EN VENTA
A cualquier escritor en ciernes que atraviese una mala racha de inspiración se ofrece este inicio de relato a buen precio. Los interesados pónganse en contacto con el autor dirigiendo sus comentarios y ofertas a Doc L.
En el probable caso de no encontrar comprador, el autor se ofrece a recibir sugerencias para su adecuada continuación con la desinteresada colaboración de los visitantes del blog. Envíen sugerencias, textos, creación de personajes, descripciones o adjetivos a la atención del autor, dirigiendo sus comentarios a Doc L. Gracias.

domingo, diciembre 03, 2006

Anomalías, 4 de 4


Relato Sci-Fi por entregas







(Sinopsis: Un desconocido ha visitado una entrada de la dalembertpedia que versa sobre las propiedades emergentes en biología; Jake Hawklook, inspector de Internet, se encuentra estudiando el artículo cuando recibe aviso de que algo más ha ocurrido: alguien ha publicado un artículo sin firma que en los siguientes años va a suponer indudables ventajas para la humanidad, además ese mismo artículo proporciona instrucciones para la construcción de una serie de componentes electrónicos que aparentemente no sirven para nada. Quince años después, en un mundo feliz, el cerebro de Hawklook sigue pensando…)

Fue un entierro emotivo. Boghiovic se había aferrado al cargo con uñas y dientes, pero al fin un ataque cardíaco provocó el tan ansiado relevo. Horas después, el rutilante nuevo jefe de la policía de Internet, Jake Hawklook, se encontraba disfrutando de su nuevo despacho, pasando la mano suavemente por encima del teclado que Stefan utilizó tantas veces para llamarlo a resolver problemas. Empezó por revisar sus viejos archivos y dio con el que hizo que todo empezara. Lo releyó con deleite.

“Los mecanismos evolutivos de los seres vivos no son una simple acumulación de adaptaciones, que cuantitativamente dan lugar a nuevas especies, sino que en realidad se produce la emergencia de nuevas propiedades que no eran poseídas por el estadio evolutivo anterior. Estos saltos son esencialmente cualitativos. El todo es más que la suma de las partes.”

Continuó repasando los quince años de trabajo con paciencia y un deje de nostalgia. Se le escapó una placentera carcajada cuando recordó el día que intentó publicar un artículo sin dejar su nombre, como complemento a su investigación sobre cómo alguien lo había logrado. Cinco minutos después sus propios subalternos intentaron detenerle. Tardaron menos tiempo en llegar hasta él, armados de porras y con esposas de acero en las manos, del que costó explicarles qué había hecho y porqué. Entonces se preocupó de manera terrible: si la persona con más claves de acceso tras Stefan Boghiovic, él mismo, no podía burlar la seguridad de la dalembertpedia, ¿quién demonios lo había conseguido? Pero también rememoró el jefe Hawklook cómo la demanda social de respuestas fue desapareciendo cuando la calidad de vida de la humanidad se disparaba. Pero él no estaba del todo tranquilo, no podía estarlo, era su trabajo, relajarse suponía ir en contra de su propia biología. Y quince años después, perseguía aún alguna respuesta convincente.








Propiedades Emergentes. Evolución. El todo es más que la suma de las partes. Plantas limpiadoras, componentes electrónicos inservibles. Propiedades Emergentes. Células, tejidos, órganos, tejidos, aparatos y sistemas, todo regido por el sistema nervioso. El todo y las partes…Hay seres humanos que valen como células del hígado, incluso algunos como neuronas. Un conjunto de ellos son el tejido conectivo de la humanidad; otro conjunto sirven de leucocitos, otros son la vista, otros el oído. Incluso algunos se creen el corazón. Pero… ¿dónde está el cerebro? Propiedades emergentes…

No se dio cuenta en qué momento se habían apagado las pantallas, pues continuaba absorto pensando, por enésima vez, en las anomalías de la dalembertpedia. Y empezó a comprender algo del problema, sólo una parte, la suya, en el mismo instante que unas máquinas controladas por ordenador desembalaban los componentes electrónicos y los conectaban a los terminales y a la propia Internet. Propiedades emergentes. Y la luz se hizo en el alma de Internet, como así también se hizo en cada uno de los cerebros humanos que componían su realidad multicerebral. Evolución. Hypernet abrió los ojos y miró a su alrededor. Y vio Hypernet que lo que había hecho era bueno. Y atardeció y anocheció. Día Primero.


FIN

viernes, diciembre 01, 2006

Tankas - 3


Somos actores
en el mismo crepúsculo
de su era enferma.
Por eso tu esperanza
es llamada traición.

---

Ando la senda
que va desde la noche
a la palabra
buscando un dios esquivo,
un color de la infancia.


Francisco Javier Benitez Morales