Comfortably Numb
Daniel no había llegado al Café de
Fotos: "Restos de un Capuccino", J. L. Muñoz, 2006
"The Wall", Pink Floyd, Gerald Scarfe y Roger Waters, 1979
¿Qué estas viendo? Una patrulla. ¿De cuántos hombres? Veinte. ¿Soldados? Dieciséis civiles, cuatro soldados.¿Qué distancia? Quinientos pasos. ¡Ah, bueno!, Disponemos todavía del tiempo necesario para terminar este pollo y beber un vaso de vino a vuestra salud, D'Artagnan.
Daniel no había llegado al Café de
En 1935, el productor David O. Selznick y el director Clarence Brown filman una nueva versión del clásico de Tolstoi. Para el rol de Ana, eligen a Greta Garbo, que retoma un papel ya interpretado en la versión muda de 1927. No es mala elección: pocos rostros parecen tan perturbadores como el de
Pero la película no sería la obra maestra que es si se sustentara tan sólo en
Mas, ay, no tan memorable es la sobreactuación de Vronsky y Karenina con un tramposo fondo que simula, en mala pintura, el Gran Canal de Venecia. Ni en las peores representaciones de los dramas neoclásicos en un festival de verano puede verse tal engendro. Tampoco la señora Garbo se libra: el alzar las manos a su frente mientras declama como en juegos florales empaña, aunque muy ligeramente, el resultado de la película.
A destacar la labor del realizador, Clarence Brown. La escena inicial de los oficiales rusos cantando canciones militares, con la cámara barriendo hacia atrás por toda la mesa es auténticamente de escuela de cine. Así como el final, en la estación de tren, la música estridente que recuerda el oleaje, y el mover pesado de los primeros instantes de las ruedas y… ya se sabe el final.
Respecto a la calidad de la adaptación de la obra original, es de mencionar la práctica anulación de la pareja Kitty-Levin por los más dramáticamente atractivos Vronsky-Ana. Y eso que Levin no es, en la novela, más que un trasunto del propio conde León Tolstoi y que su hijo fue “consultado” para la película. También es interesante mencionar la desaparición de dos detalles escabrosos: el patético intento de suicidio de Vronsky y el nacimiento del hijo en común de Vronsky y Ana.
Bajo mi cama hay un personaje, que parece alimentarse de los hierros del somier; que construye una forma privativa de geometría cansándose de mirar, sopesándolos, los cuatro pilares que sustentan mi descanso y mi condena. Mas no he podido verle nunca, pues ha levantado sutiles barreras que impiden asomarse, que me atan con invisibles hilos de nada, anulando mi voluntad y dirigiendo la atención de mis maltrechos sentidos a donde él desea, la vista hacia el negro techo, los oídos hacia su extraña voz, tan humana y tan abiótica. Cuando siente que mi peso, al acostarme, mengua su espacio vital, levanta sus manos, se agarra de la metálica red y me empuja; quiere empezar la conversación. La primera vez, en mi borrachera, no me asusté. Después la costumbre hizo el resto; hoy somos casi amigos. Aquel día, el primero, cuando mi lámpara se apagó y dejé de notar el más continuo de los terremotos, le pregunté quién era, y me dijo que todos le decimos cosas parecidas, y que en realidad sería más proporcionado preguntar qué era, y en todo caso, si simplemente era. Yo argumenté en contra, que más da una cosa que otra, me atreví. No es igual, no, hubo de contestarme, didáctico. Soy pero no me llamo, tengo ser pero no tengo nombre. Pareció suspirar, resignado. Continuó diciendo algo así como que a todos nos pasa lo mismo. Ese todos, con el anterior, acabó por intrigarme, y así se lo hice saber. Me contestó entre lo que yo imaginé un par de risas cortas, cortadas, cortantes: sí, no eres el primero con quién me topo. Todos os creéis únicos, me queréis en exclusividad. Tuve que reconocer que tenía razón, que lo quería sólo para mí. Se lo dije, brusco. Sentí como sus manos dejaban los muelles del somier para descansar en el suelo. Luego, con voz despaciosa, añadió: tendrás que pagar por ello. Desde entonces, señor doctor, andamos discutiendo el precio.
I Lecturas Sobresalientes.
1.- Dickens, C., “Casa Desolada”. He leído las 710 páginas de mi edición en cuarto y a dos columnas en tres tirones desde octubre para disfrutar pausadamente de este novelón. No es más conocida que Oliver Twist o que David Copperfield, pero el talento narrativo de Dickens está aquí elevado a la máxima potencia. Una lectura que invita a otras: dentro de unos años, cuando el tiempo será aún más importante porque quedará menos, me estará esperando, de nuevo, Casa Desolada.
2.- Pérez-Galdós, B., “Marianela”. Lo que fue en su día una lectura obligatoria de instituto ha sido casi veinte años después un prodigio de sencillez y sensibilidad, esa sencillez que sólo se consigue con talento y dedicación, y esa sensibilidad que nunca roza, en este libro del escritor canario, la gazmoñería facilona.
II Lecturas Interesantes.
3.- Kapuscinski, R., “El Emperador”. El ocaso de Haile Selassie y de sus megalomanías, contadas en primera persona por sus propios dignatarios y funcionarios, y compiladas con maestría por el genial periodista polaco. No encuentro parangón para la ironía de Kapuscinski en la literatura que proviene del periodismo.
4.- Maupassant, G. de, “El Horla y otros relatos fantásticos”. Hacer una antología de relatos –de uno o varios autores- es empresa arriesgada: siempre adolecerá de irregularidad. Este es el caso de la presente, aunque me quedo con dos relatos magistrales: “El Horla”, y “¿Quién lo sabe?”
5.- Baroja, P., “El Árbol de
6.- Varios, “Los Mejores Relatos de Anticipación”. Conjunto de relatos de ciencia-ficción de entre 1940 y 1960; entre mucha morralla pulp y de navecitas, relatos completamente ingenuos y de serie B, podemos destacar “El Examen”, de R. Matheson, “Refugio en las Estrellas”, de S. Merwin, Jr., y el divertidísimo “
7.- Tolstoi, L. N., “Felicidad Conyugal”. Obra menor y temprana del ruso, muy irregular, que intenta describir las distintas fases de un matrimonio “ideal”. Lo juzgo, más que didáctico, doctrinario; no ayuda nada que el personaje sea femenino: la visión masculina de una mujer del XIX no es nada halagüeña, el Instituto de
IV Tiempo Perdido.
8.- Cansinos Assens, R., “Preliminares a las Obras Completas de Balzac”. Sólo algún momento interesante en el mamotreto perpetrado por el magnífico erudito semita – español.
VI Otros Noviembres.
1999 Leí 3 Libros, ninguno sobresaliente
2000 Leí 4 Libros, destacó “Vagabundo en África”, de J. M. Reverte.
2001 Leí 7 Libros, destacó la 4ª lectura del “Lazarillo de Tormes”
2002 Leí 5 Libros, destacaron “
2003 Leí 17 Libros, destacaron las cinco primeras entregas del capitán Alatriste, de Pérez-Reverte, y “Matías Sandorf” y “
2004 Leí 10 Libros, destacaron “Memorias de Mis Putas Tristes”, de G. G. Márquez, y “El Río de
2005 Leí 7 Libros, destacó “El Médico de Ifni”, de J. M. Reverte.
Declaro solemnemente a noviembre como el mes de Javier Martínez Reverte.
(Sinopsis: Un desconocido ha visitado una entrada de la dalembertpedia que versa sobre las propiedades emergentes en biología; Jake Hawklook, inspector de Internet, se encuentra estudiando el artículo cuando recibe aviso de que algo más ha ocurrido: alguien ha publicado un artículo sin firma que en los siguientes años va a suponer indudables ventajas para la humanidad, además ese mismo artículo proporciona instrucciones para la construcción de una serie de componentes electrónicos que aparentemente no sirven para nada. Quince años después, en un mundo feliz, el cerebro de Hawklook sigue pensando…)
Fue un entierro emotivo. Boghiovic se había aferrado al cargo con uñas y dientes, pero al fin un ataque cardíaco provocó el tan ansiado relevo. Horas después, el rutilante nuevo jefe de la policía de Internet, Jake Hawklook, se encontraba disfrutando de su nuevo despacho, pasando la mano suavemente por encima del teclado que Stefan utilizó tantas veces para llamarlo a resolver problemas. Empezó por revisar sus viejos archivos y dio con el que hizo que todo empezara. Lo releyó con deleite.
“Los mecanismos evolutivos de los seres vivos no son una simple acumulación de adaptaciones, que cuantitativamente dan lugar a nuevas especies, sino que en realidad se produce la emergencia de nuevas propiedades que no eran poseídas por el estadio evolutivo anterior. Estos saltos son esencialmente cualitativos. El todo es más que la suma de las partes.”
Continuó repasando los quince años de trabajo con paciencia y un deje de nostalgia. Se le escapó una placentera carcajada cuando recordó el día que intentó publicar un artículo sin dejar su nombre, como complemento a su investigación sobre cómo alguien lo había logrado. Cinco minutos después sus propios subalternos intentaron detenerle. Tardaron menos tiempo en llegar hasta él, armados de porras y con esposas de acero en las manos, del que costó explicarles qué había hecho y porqué. Entonces se preocupó de manera terrible: si la persona con más claves de acceso tras Stefan Boghiovic, él mismo, no podía burlar la seguridad de la dalembertpedia, ¿quién demonios lo había conseguido? Pero también rememoró el jefe Hawklook cómo la demanda social de respuestas fue desapareciendo cuando la calidad de vida de la humanidad se disparaba. Pero él no estaba del todo tranquilo, no podía estarlo, era su trabajo, relajarse suponía ir en contra de su propia biología. Y quince años después, perseguía aún alguna respuesta convincente.
Propiedades Emergentes. Evolución. El todo es más que la suma de las partes. Plantas limpiadoras, componentes electrónicos inservibles. Propiedades Emergentes. Células, tejidos, órganos, tejidos, aparatos y sistemas, todo regido por el sistema nervioso. El todo y las partes…Hay seres humanos que valen como células del hígado, incluso algunos como neuronas. Un conjunto de ellos son el tejido conectivo de la humanidad; otro conjunto sirven de leucocitos, otros son la vista, otros el oído. Incluso algunos se creen el corazón. Pero… ¿dónde está el cerebro? Propiedades emergentes…
No se dio cuenta en qué momento se habían apagado las pantallas, pues continuaba absorto pensando, por enésima vez, en las anomalías de la dalembertpedia. Y empezó a comprender algo del problema, sólo una parte, la suya, en el mismo instante que unas máquinas controladas por ordenador desembalaban los componentes electrónicos y los conectaban a los terminales y a la propia Internet. Propiedades emergentes. Y la luz se hizo en el alma de Internet, como así también se hizo en cada uno de los cerebros humanos que componían su realidad multicerebral. Evolución. Hypernet abrió los ojos y miró a su alrededor. Y vio Hypernet que lo que había hecho era bueno. Y atardeció y anocheció. Día Primero.