Bajo La Cama
Bajo mi cama hay un personaje, que parece alimentarse de los hierros del somier; que construye una forma privativa de geometría cansándose de mirar, sopesándolos, los cuatro pilares que sustentan mi descanso y mi condena. Mas no he podido verle nunca, pues ha levantado sutiles barreras que impiden asomarse, que me atan con invisibles hilos de nada, anulando mi voluntad y dirigiendo la atención de mis maltrechos sentidos a donde él desea, la vista hacia el negro techo, los oídos hacia su extraña voz, tan humana y tan abiótica. Cuando siente que mi peso, al acostarme, mengua su espacio vital, levanta sus manos, se agarra de la metálica red y me empuja; quiere empezar la conversación. La primera vez, en mi borrachera, no me asusté. Después la costumbre hizo el resto; hoy somos casi amigos. Aquel día, el primero, cuando mi lámpara se apagó y dejé de notar el más continuo de los terremotos, le pregunté quién era, y me dijo que todos le decimos cosas parecidas, y que en realidad sería más proporcionado preguntar qué era, y en todo caso, si simplemente era. Yo argumenté en contra, que más da una cosa que otra, me atreví. No es igual, no, hubo de contestarme, didáctico. Soy pero no me llamo, tengo ser pero no tengo nombre. Pareció suspirar, resignado. Continuó diciendo algo así como que a todos nos pasa lo mismo. Ese todos, con el anterior, acabó por intrigarme, y así se lo hice saber. Me contestó entre lo que yo imaginé un par de risas cortas, cortadas, cortantes: sí, no eres el primero con quién me topo. Todos os creéis únicos, me queréis en exclusividad. Tuve que reconocer que tenía razón, que lo quería sólo para mí. Se lo dije, brusco. Sentí como sus manos dejaban los muelles del somier para descansar en el suelo. Luego, con voz despaciosa, añadió: tendrás que pagar por ello. Desde entonces, señor doctor, andamos discutiendo el precio.
24 Comentarios:
Vaya... Menudo relato. He ido corriendo a mirar bajo mi cama. Tengo varias teorías acerca de la identidad de "eso" que yace bajo el somier. Pero me da como reparo exponerlas, como si al nombrarlo fuera a escaparse para no volver jamás, y no queremos que eso ocurra, no? Es como una adivinanza escondida en el interior de un envoltorio metafísico. Las pistas son los diálogos. Lo rumiaré un poquito más y si no llego a alguna conclusión excluyente acerca de esta entidad poeniana solicitaré más pistas, Darti.
Mmm... cómo se está poniendo esto... dejadme ilustrar estos dos últimos relatos con un edificante documento audiovisual de anatomía recreativa:
http://www.youtube.com/watch?v=ZvXqsLQPaKA
publicado por la banda músico-vocal Daft Punk
¡Feliz Navidad!
Realmente bueno D´A. Muy acorde al espíritu navideño que nos rodea.
(Y divertido vandelvira el video de daft punk, un nuevo ejemplo de los felices espacios de la infancia: la visión de la nena no parece coincidir con el vacuo paraiso que imaginan los papás).
Destaco:
"Cuando siente que mi peso, al acostarme, mengua su espacio vital, levanta sus manos, se agarra de la metálica red y me empuja; quiere empezar la conversación."
Un hallazgo.
Sigue contándome un cuento. Sin nombres, con percepciones hipnóticas y negociando la realidad con lo inexistente.
Esperando....
Si además vandelvira propone música taladrante con animación cadavérica, donde los niños manejan unas coordenadas de realidad diferentes a la de los adultos y "se juegan" la piel para adaptarse, morboso diciembre acecha.
Saludo el regreso del mejor José Luis Muñoz... Te echamos de menos.
(Hablo por mí ;-P)
Gracias a todos en general.
En particular. Leonor, ¿crees de verdad necesario rumiar el relato? Me encanta que produza esa sensación, pero no intentes buscar verdades metafísicas ocultas. Tras el relato sólo hay unos terrores nocturnos infantiles que siguen en mis recuerdos.
Quintín: el relato, originalmente, era precisamente un diálogo. Pero sonaba demasiado didáctico, explicativo. Un enfermo que se abre ante su confesor -digo psicólogo- cuenta un diálogo, lo narra, no lo transcribe. Me pareció más creíble, más verosímil. Menos efectista, quizá. Pero más literario. Los traspiés en la lectura han de achacarse a mi impericia, creo, y no necesariamente a la forma discursal elegida.
Seguimos en la brecha.
Estupendo de esta forma.
Mejor si no hay psicólogos ni doctores.
Conectar con el terror sin explicaciones.
De acuerdo con gela.
¿es imprescindible mezclar en esto a psicólogos o psiquiatras? Prefiero pensar en un final del tipo:
"desde entonces andamos discutiendo el precio".
La potencial explicación del tipo "este fulano está loco" no me parece la más interesante y cierra muchas posibilidades.
Todos tenemos un "eso" debajo de la cama.
Terrores nocturnos infantiles? Bien, esa fue mi primera impresión. Pero lo has escrito de una forma que admite más de una identidad posible al ente. Lo tomé de esa manera porque así era más divertido.
Estoy de acuerdo con que el relato funcionaría sin la presencia del doctor, pero faltaría, a mi entender, un factor que quería introducir.
Me explico. No sólo me interesa, como autor literario, la presencia y la representación cerebral de lo "oscuro" de nuestra existencia. También me parece muy interesante la relación entre la "visión" y la sociedad, entre lo "anormal" y lo considerado "normal". Y el psicólogo, o psiquiatra, pudiera llegar a ser, en cierto sentido, una especie de "censor" que la sociedad utiliza para determinar qué conducta es patológica o no lo es, quién es "normal" o quien es "anormal". (Soy consciente de que esto siempre será muy simplificador y por tanto incorrecto). Pero ese aspecto de la relación interior-exterior, yo-los demás, me ha interesado siempre, personal y literariamente, y me resulta difícil sustraerme al juego.
Hasta aquí el debate ideológico sobre el relato. Otra cosa es el debate literario, es decir, si hablar del doctor, o los diálogos que menciona Q., mejoran o empeoran el resultado final. Creo que la presencia del doctor es una buena sorpresa final, un final que abre "otras" posibilidades, no que las cierre. Pero claro, es mi visión, quedando agradecido, sin embargo, al enriquecimiento que me proporcionáis en el análisis.
Abrazos y besos para todos....
Es curioso ver como gela y doc.l reniegan de la utilización del personaje del doctor psiquiatra o psicólogo cuando lo ven representado en algún relato, desechando las posibles explicaciones más o menos racionales a algo que está ocurriendo. La literatura debe estar alejada lo más posible de estas explicaciones para tener más gancho? Pregunto. No será que lo preferís así partiendo de la realidad cotidiana de vuestros respectivos trabajos, la literatura como ventana mágica alejada de la rutina laboral? O quizás, precisamente por eso, no creais a veces en el personaje literario por fallos de realismo técnico. No lo sé. Pregunto. No es la primera vez que adoptais esta postura y tengo curiosad al respecto.
Besos aquitánicos.
Interesante lo que acabas de decir, relación entre visión y sociedad, entre normal y anormal...
Por lo demás, el relato está técnicamente bien construido y no necesita de la aparición de un segundo personaje, sea este doctor o no. Pero el que sea doctor, como bien dices, deja abiertas otras posibilidades, que a mí personalmente me gustan.
No lo considero simplificador e incorrecto, dartagnan, no caigas en las trampas dialécticas. El relato será como tu quieras que sea. La idea es buena y la forma también
Me entiendo con mi trabajo desde una función desestigmatizante, atenuadora de etiquetas, normalizadora dentro de la geometría -con más o menos aristas- de cada individuo.
Nada de acuerdo en lo de "censor".
Es cierto que la sociedad intenta utilizar, "reclama" con mayor frecuencia, una figura que sentencie en su beneficio: nombre lo que tengo pero no me implique, por favor....Esa es la consigna.
Como comenté en una entrada de Enemigo Invisible, refuerzo la imagen del psiquiatra que no paladea etiquetas demandadas por el usuario adicto, domesticadas por periódicos, telediarios y en general, por una pasividad autocomplaciente.
En relación al espacio literario y pensando en este cuento: me gusta la imprecisión, las explicaciones justitas que permitan que se distiendan los límites entre realidad, sueño, temores, deseo.... sin nombrar.
Colocar al docto ente me saca de esta atmósfera neblinosa y me hace pensar en la búsqueda de un juicio, en el fogonazo alógeno que espanta a cualquier fantasma.
Ya pierde interés para mí
Estoy de acuerdo con Gela. El doctor no puede ser un censor; pero la sociedad lo utiliza como tal, al menos, en ocasiones. Eso fue, textualmente, lo que dije y lo que quería trasmitir.
Gela, no entiendo bien la segunda parte de tu comentario. ¿Quieres decir que el relato no está abierto o que lo estamos intentando cerrar con los comentarios? Porque no estaría de acuerdo con lo primero y sólo a medias con lo segundo.
El relato me gusta mucho porque está abierto, impreciso, y no nombra.
He temido el fogonazo al aparecer, al final, la figura del doctor.
Sigo esperando....
PD: en relación a lo normal-anormal y a las etiquetas, he pensando algo con lo que me encuentro a diario:
El paciente "menos grave" acude a tí exhibiendo su etiqueta. El trabajo, arduo, consiste en que se la arranque.
El paciente "grave", no usa etiquetas, sus síntomas lo inundan. El trabajo consiste en nadar a su lado, sujetándolo, hasta que alcance la orilla.
Totalmente de acuerdo con Gela.
Dos elementos que me hacen recular cuando aparecen la psiquiatrñización de la experiencia en la literatura:
1. La sociedad, la literatura, el cine, tienden a estigmatizar y tipificar la desviación de la norma como enfermedad mental, con implicaciones añadidas de peligro, violencia, degeneración, etc. Gran parte de nuestro trabajo consiste en facilitar una identidad desestigmatizada al sujeto y una idea desestigmatizante en la sociedad. La solución facil y empobrecedora que con frecuencia liga lo extraño con lo enfermo es poco aceptable en e arte y en la vida. La locura, utilizada por los presuntos sanos como refugio de lo anómalo, es una banalización intolerable (no estoy hablando del relato).
2. La ambigüedad del relato mejora sin la presencia de un "doctor", y esa ambigüedad me interesa en literatura (y es una opinión personal). Deja abierto el abanico de posibles lecturas y acerca el miedo, la angustia frente a un otro temido, al sujeto "normal".
Saludos.
Enhorabuena por el relato (again) y por los interesantes comentarios.
Al fin y al cabo creo que todos hablamos de lo mismo. La peligrosa banalización en que estamos embarcados. La ominosa presencia de la "normalización". La aún peor omnipresencia de la "selección" a través de la norma: tú apruebas, tú no, tú eres normal, tú no, tú eres sano, tú eres enfermo. Es, cuando menos, un juego peligroso. De eso quería hablar.
Por lo demás, como ya dije antes, estoy con Doc, los comentarios me están pareciendo apasionantes. Dicho de otra forma,la presencia del doctor tenía una intención literaria: llamar la atención sobre la relación normal-anormal. A fe que se ha conseguido.
No estoy de acuerdo con Leonor en lo relativo a que los "psiquis" no gustéis de que se utilice vtra. profesión literariamente. Creo que con lo que no estáis de acuerdo es con que se banalice literariamente la misma. Creo que en mi relato, como en enemigo invisible, no existe tal banalización. De todas formas, la próxima vez que quiera ponerle el termómetro a esta so(u)ciedad, prometo hablar de un maestro, sin corporativismo.
Besos.
Sí, esto es un Fado do Encontro
nesta caverna que nao desvendo...
Doc, hablas de no banalización intolerable (de acuerdo en eso)y de tus preferencias por las ambigüedades literarias, aceptable también.
Gela, hablas de una función desestigmatizante atenuadora de etiquetas y de tu gusto por la imprecisión literaria.
Vale, saco en claro que compartís más o menos la misma postura. Pero os habeis andado con pies de plomo y respondeis a medias mis preguntas... En fin, me quedaré con la curiosidad.
Dartagnan, por el amor de dios, he hecho simples preguntas(eso sí, sin paños calientes), y expuesto algunas dudas de una forma bastante clara, creo(luego hablamos de susceptibilidades; dime dónde está). No he dicho ni afirmado en ningún momento que a los psiquis no les guste que se utilize su profesión literariamente, como si al dirigirme hacia doc y gela lo hiciera hacia todo su colectivo. A muchos de ellos si les gustará que se les convierta en personajes literarios o cinematográficos... A otros no... De todo hay en esta vida. Eran preguntas acerca de su posición personal al respecto, indagar el por qué de esa postura. Que no quieran responder más llanamente o que prefieran hacerlo en un foro más privado es otra cuestión. Y lo respeto.
A ver. Pensemos en los fantasmas, en los espíritus, ectoplasmas... Como querais llamarlo. Queda muy bonito decir que se estigmatiza la desviación de la norma como enfermada mental, que se identifica la locura con lo anómalo... En el arte, vale defender esta postura. Pero en la vida real?? No estamos hablando de un individuo "raro" que tenga comportamientos "extraños", y que como no hace lo que todo el mundo, por ejemplo, trabajar a destajo e hipotecarse hasta las cejas, pues es que algo de locura hay... No.
Estamos hablando de un tipo que afirma sentir una presencia, y que incluso habla con ella. En el arte, en el relato, puedes plantearte, será real o imaginario, y de ahí la figura del doctor al final del cuento?
En la vida real, si un doctor o cualquier otra persona se topa con un tipo de estas características que creeis que le diría con toda seguridad?
Eso es de lo que hablo, un terreno de arenas movedizas...
Me permitiré un lapsus rebuscado para disculparme ante la -h- ausente:
fogonazo alucinógeno-halógeno= fogonazo alucigeno = fogonazo alogeno.
Distintos estados alotrópicos de fogonazo. Je!
Jose Luis, no hace falta la -h-, gracias.
Gela, no pude "acerlo" porque si camviava la h, tu comentario pasava de aonde estava al hultimo de tó, y perdía tol sentío la cosa. Tiva a mandá un emilio pa kontate.
Un avrazo.
Hoy me puede más lo literario que lo ideológico: decidí quitar "señor doctor" en mi versión definitiva del relato. No lo hago em el blog para que quede constancia de la discusión y sus conclusiones.
Gracias a todos por las ideas, los detalles y los momentos pasados.
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