Anomalías, 3 de 4
(Sinopsis: Un desconocido ha visitado una entrada de la dalembertpedia que habla sobre las propiedades emergentes en biología; Jake Hawklook, inspector de Internet, se encuentra estudiando el artículo cuando recibe aviso de que algo más ha ocurrido: alguien ha publicado un artículo sin firma que proporciona apreciables ventajas para la humanidad)
Miraron la pantalla. La dalembertpedia mostraba su curioso icono azul parpadeando: el artículo acababa de ser actualizado. Boghiovic hizo un histérico clic. Como casi esperaban, no había constancia del remitente. El texto era idéntico al original, salvo un nuevo epígrafe, un añadido final:
“Los planos de la estación filtradora están debidamente registrados siguiendo la legislación internacional vigente; las patentes se encuentran en curso para todos los países implicados. La construcción de la planta piloto ha sido concedida al consorcio de empresas enumeradas en el anexo. Los beneficios que se espera obtener a partir del segundo año de explotación serán destinados al diseño y construcción de componentes electrónicos, siguiendo las futuras publicaciones de la dalembertpedia”.
- ¿Qué coño es esto, Jake?
- Un folleto de instrucciones, jefe. No sé para qué, pero es un puto folleto de instrucciones.
Pero no se pudo parar el proceso. Todo era perfectamente legal. Los inmensos beneficios que para la humanidad en conjunto suponían las plantas convencieron a los más suspicaces. Ni los lobbys más poderosos, ni las potencias nucleares más quisquillosas pudieron atajar la evolución. Regularmente, la dalembertpedia era actualizada sin firmas: un nuevo juguete electrónico era diseñado, patentado y construido. Se iban alternando diseños útiles para todos, que aumentaban los beneficios del consorcio y la calidad de vida del planeta, con otros que en apariencia no servían para nada ni para nadie. En la oficina de la policía de Internet se investigaba cada caso, pero nunca pudo probarse una mala intención, más allá de la que los poderosos suponían al anonimato. Lo más raro del asunto es que había que construir periódicamente algunos componentes que no tenían utilidad alguna. Tras seis años, hasta Jake Hawklook dejó de preocuparse por la autoría de los artículos. El dinero no iba a las arcas de nadie, no había enriquecimientos personales, ni de empresa: todos los beneficios se reinvertían en el diseño de nuevas ventajas y nuevos aparatos. Lo que parecía incuestionable es que la sociedad humana salía ganando.
Quince años después los mares estaban limpios y los hombres tenían energía gratis para todos, renovable e ilimitada. Pero un gran número de componentes electrónicos acumulaban polvo en varios almacenes, distribuidos por todo el mundo. Quince años después…
(Próxima y última entrega: domingo, 3 de diciembre)
6 Comentarios:
Todavía no sé si me gusta el giro que ha tomado el relato, parece que todo se resuelve en un final feliz (no se si me gusta un final feliz para este relato). Pero percibo el poder oculto en la sombra de los aparatos electrónicos...
Sí, sí, esa basurilla tecnológica promete un giro inesperado, una vuelta de tuerca que nos reconcilie con el pesimismo esencial al género distópico... Por otro lado me encanta la imagen: toneladas de material tecnológico, desprovisto de cualquier función aparente, almacenadas en inmensas naves industriales... Me da un olorcillo a Ballard.
Resuelve, anda.
Continúa el suspense.... Estaremos ante un banco de embriones cibernéticos.... ?
La basurilla tecnológica almacenada es la imagen inversa del final de "Indiana Jones y el Arca Perdida": infinitas cajas de embalar apiladas en un enorme hangar, conteniendo miles de arcas de la alianza y otros prodigios...
Siguiendo a Maria: En la sombra el poder de una cibermente macrowikipédica que liberará / destruirá a los ridículos y torpes seres humanos
Me parece una idea interesante la que presentas en este relato: utilizar la dalembertpedia como una fuente de conocimiento real y libre, siguiendo el espíritu de la enciclopedia ilustrada. En ella no sólo se verterían definiciones sobre tecnología; también se explicaría cómo funciona y cómo se puede construir. Y, lo mejor, nadie cobraría por ello.
No obstante, conociendo el género, supongo que el asunto no puede tener un final feliz. Esos excedentes tecnológicos fruto de una supuesta filantropía posiblemente tengan un fin siniestro oculto en su interior. Veremos que pasa, si finalmente se impone un cierto optimismo (tan supuestamente burgués, acomodaticio, anticrítico, bla, bla, bla) o si la historia acaba con un final apocalíptico que demuestre por enésima vez la miseria de la condición humana (pues eso, al parecer, si es cool y comprometido con no sé qué). Sea como sea, te felicito J. L. por el relato, ya que da que pensar y está en la línea de las historias de ci-fi que me gusta leer.
O como stalkers, revisitaremos esos almacenes buscando una clave, una pieza que conecte con nuestros oscuros deseos...
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