domingo, noviembre 12, 2006

El Secreto, 2 de 2





Sinopsis: Juan Méndez y Diego Florido están conversando en la biblioteca. Detrás de su discurso acerca del autocontrol, Méndez oculta un secreto. Todos los intentos de Florido para desentrañarlo han sido infructuosos. Pero en la última declaración parece existir una rendija en la cerrazón secular del terrateniente.

II

Es la primera vez que Juan hace una confesión sobre sí mismo, aunque aparezca velada e incluso hermética. Siempre limita sus conversaciones a generalizaciones, a discursos más o menos comprometidos pero siempre ajenos a sí mismo. Florido deja de mirar el fuego para mirar otra llama: los ojos de Juan se encienden mostrando una fiereza que sólo puede estar debida a algo que Diego, en su juventud, adivina enseguida. Pero antes de pedir confirmación, se levanta y pasea largamente por entre los anaqueles de la biblioteca, mientras los ojos de Juan Méndez se van apagando y cubriendo de una tristeza infinita. Al darse cuenta, Diego no tiene ánimo de preguntar. Prefiere seguir conversando de manera superficial sobre el control de los sentimientos.


-
De todas formas, Juan, pienso que perder el control en temas de amor no puede ser una falta tan grave.
- En apariencia es así. Por ejemplo, las comedias de Calderón o de Lope parecen atestiguarlo. Cuando, por ejemplo, Peribáñez asesina al comendador de Ocaña en su casa por intentar acostarse con su mujer, la bella Casilda, es perdonado por el Rey, boca del pueblo, que perdona el delito por ser una falta de amor.
- Amigo, te debe pasar algo. Es la primera vez que me das la razón tan pronto, así, sin lucha.
- Efectivamente me pasa algo, pero, lo siento, no te he dado la razón. Primero porque no la tienes y en segundo lugar, yo solo he dicho en apariencia. En la obra de Lope, el asunto entre Peribáñez y el comendador no es de celos vengados o por vengar, sino que estamos ante un asunto de honor y de lucha de clases y castas. Ante el atropello del prebendado, al labrador y cristiano viejo sólo le queda el honor, su propia fama. La verdad es que Casilda pinta poco en la decisión de Peribáñez.
- Pero si no recuerdo mal, las muestras de amor de Casilda y Peribáñez son constantes en toda la comedia.
- Lope necesitaba de ese amor para hacer sus redondillas y sonetos. El verdadero corazón de la obra es el honor afrentado y su venganza.
- Eres demasiado poco condescendiente con tus semejantes, como resumen. El amor mueve montañas. ¿No has leído a Espronceda, o a Bécquer?
- No me juzgues, por favor. Careces de suficiente información para hacerlo.

De nuevo el silencio; las palabras se apagan con el chisporroteo de la chimenea. Juan cierra los ojos, y Diego le observa largamente. Por fin, se levanta de su asiento y se acerca al terrateniente, tocándole en el hombro. Méndez enfrenta la mirada con la de su amigo, sonriéndole.


-
¿Estás seguro de que quieres saber qué me pasa?
- Sólo si tú necesitas hablar de ello.
- Gracias, lo necesito. Pero no puedo ser demasiado explícito. Principalmente porque a pesar de las tesis que hoy he defendido, yo también necesito controlar mis emociones y guardar la etiqueta.
- Entonces, ¿por qué defender lo contrario?
- También por necesidad. Hacer algo no significa no saber que está mal hecho. Pero no intentes entenderme. La justificación está bien ante la familia o el pueblo, o ante los curas, o incluso ante Dios. Pero no ante mí mismo, que creo ser consciente de mis sentimientos.
- ¿Tan profundos son?
- Tanto o más que en mi juventud.
- ¿Sospecha algo tu mujer?
- Lucía está tan ocupada en Marina, mi hija, que no ve lo que tiene ante sus narices.
- ¿Es pasión, o es amor?
- ¿Son acaso incompatibles?
- Contesta, hoy el interrogador soy yo. Aunque con la cara que estás poniendo, parezco más un sangrador que un policía. Si quieres lo dejamos aquí. Somos caballeros y nada trascenderá.
- Ya lo sé, amigo, pero tengo que decírtelo. Al menos, hasta donde la etiqueta me lo permita.
- Es decir, ¿ya se consumó?
- Si, por desgracia.
- ¿Una vez?
- No, por el contrario, se sigue produciendo muy a menudo, casi a diario.
- ¡Dios mío! ¿Es una sirvienta de la casa?
- Espera, espera un poco más. Sólo seré capaz de aliviar toda esta pena si lo hago de manera progresiva. Necesito ocuparme del cómo y no tanto del quién. Veamos... en inicio sólo hubo un amor casto y sano. Pero con el paso del tiempo llegó la pasión arrebatadora, que culminó un mal día, en el cuarto de baño. Mi cuerpo reaccionó con mucha violencia, al día siguiente fui de caza y casi, en un momento desesperado, me vuelo la cabeza. De eso hace ya cinco meses. Y hace dos de la primera vez que... Me levanté de la cama, sudando esta pasión que me quita el aliento, y decidí darme un paseo por los pasillos de esta casa. Llegué a la parte más vieja, donde ella tiene su habitación, y me asomé. Vi su desnudez a la luz de una luna traidora que me señalaba culpable. Pero entré y ... Ella no entendió, creo, qué estaba pasando. Incluso dudo que lo entienda ahora.
- ¿Me vas a decir quién es?
- No. Nunca. No podría. Control de las emociones.


Se abre la puerta. Marina, la niña, entra corriendo a abrazar a su padre, que la acoge con los brazos abiertos. A la luz de la chimenea, Don Diego Florido contempla los ojos de Juan Méndez y de la niña Marina Méndez. Luego, aparta la cabeza, horrorizado.

FIN

5 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Una velada que evita hurgar en lo innombrable, que se entretiene en la contención conveniente, en la gestualidad socialmente adaptada, en la prótesis religiosa....mientras nombra el control de las emociones.

Caballeros que desatan sus pulsiones en la sombras, en rincones mudos, atemperando su inquietud en discursos divagatorios

Lejano recuerdo de Sándor Márai: encuentro en salones grises, antiguo esplendor ya desgastado envuelve la espera, refinada melancolía que teme excitar la memoria, los secretos.
Muy lejano eco

11:28 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Intriga lo de apartó la cabeza horrorizado... A la espera de nuevas entregas. Por ahora me está gustando mucho.

12:53 p. m.  
Blogger José L. Muñoz Expósito dijo...

Leonor, esta es la segunda y ultima entrega.

3:04 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Pos vaya. Yo quería más.

1:55 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Quiero decir, querido y apreciado mosquetero, que tanto el ambiente como los personajes y los diálogos que entablan me gustan y creo que podrían haber dado mucho más de sí. En fin que me he quedado con ganillas de leer más historia.. Comentario explicativo del anterior, natural a la par que escueto.

2:18 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home