Metaliteratura
Despertó con la sensación de haber dormido poco, quizás con el regusto amargo de que todas las horas de la noche no habían supuesto más que un pequeño intervalo entre dos inútiles momentos de consciencia. Pero enseguida comenzó a percibir que alguien le observaba, inmóvil, vigilante, escrutador. El duermevela acabó violentamente en una suerte de singularidad casi matemática; encendió la luz. Sus ojos barrieron la habitación: la mesilla con el despertador parpadeando, como si se hubiese cortado la corriente a lo largo de su sueño, su mano enflaquecida, arrugada y rosácea sobre el interruptor de la lámpara, la ropa absolutamente colocada en la silla, la persiana casi cerrada, que apenas dejaba pasar varios segmentos paralelos y entrecortados del frío amanecer artificial de las farolas, el espejo oscuro del armario, opaco como si el azogue lo hubiese robado el diablo. No había nadie, por supuesto, pero continuaba la percepción de ser observado, custodiado… controlado. No quería levantarse, no quería ducharse, no soportaba siquiera el pensamiento de ir al trabajo. Pero acabó por salir de la cama, a regañadientes, luchando con… ¿con qué, con quién?, se preguntó, mientras tomaba una ducha, dejándose envolver por los vapores del agua caliente, apoyando la mano sobre la pared de enfrente y la cabeza sobre la mampara. Después, desayunó como si alguien lo hiciera por él, como si alguna presencia estuviera enviando órdenes extrañas, ajenas, alienantes, que no salieran de su propio cerebro. Cogió la taza vacía para llevarla al lavavajillas pero se paró en medio de la cocina. Encogiendo los hombros tiró la taza al suelo, y se dirigió de nuevo al dormitorio esquivando los pedazos de loza rota. Escrutó con fijeza al espejo, y preguntó: ¿quién eres? Mas si su pregunta era dirigida a sí mismo, al que narra o incluso al que lee, ¿quién podría decirlo con certeza?
4 Comentarios:
La idea es buena y me gusta, está bien escrito, pero esta vez tengo varias sugerencias que hacerte. El título del relato te predispone ya de antemano a lo que vas a encontrarte dentro, yo optaría por algún otro. Le quita parte del encanto, de la sorpresa inicial. Así mismo el final creo que es demasiado claro y explícito, si lo dejaras un poco entre nieblas, la voz, tanto la del protagonista como la del lector, reflexionarían a otro ritmo que creo más adecuado.
Por último, por qué la tercera persona? Creo que si eligieras la primera quizás le dieras un tono más verosímil al texto...
Simples y humildes sugerencias, dartagnan, solo quiero hacerte ver otras posibilidades para el relato por si te ayudan. Por lo demás, me posiciono como simple lectora. Hace casi mil años que estoy muerta y casi dos meses que no escribo nada...
Besos, and merry christmas para todos!
Querido compañero de armas:
interesante indagación en los trasuntos de la metaliteratura, la "realidad" del personaje literario (vease Unamuno), la percepción de los hilos habitualmente invisibles de la trama y de los pixels de lo real; la única sugerencia que te haría coincide con una de las que apunta L de A: el título dirige en exceso la lectura y cierra sus posibilidades.
Creo que son un acierto los detalles de la ducha y el desayuno (taza rota): verosimilitud, trasmisión de un estado de ánimo y cierta alteración del estado de conciencia.
Saludos
Acertada incertidumbre sobre la identidad con la sombra especular inicial -azogue ausente- y la búsqueda final tras una fragmentación intencionada -la taza-.
Unamuno ya plantea vericuetos sobre la realidad íntima/real/creativa.
Lo que uno es, lo que se cree ser y el que le cree el otro.
Imantado objeto, el espejo, que atrae y perturba cuando percibimos fragmentación de nuestro continente íntimo.
¿Qué tal "Consciencia"?
En cuanto a primera persona vs. tercera es cuestión de punto de vista. Me pregunté: ¿dónde pongo la cámara, en el narrador, en el lector (interesante propuesta, saldrá otro relato), o en el personaje? Esta vez me decidí por el narrador. Pero Dios es uno y está que trina.
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