Poetas del Empalago
Ser nombrado Excelso Poeta de Portada de Suplemento Literario tiene indudables ventajas comerciales y un insignificante precio: ser víctima del escrutinio de una mirada impertinente. Hoy le toca, señor poeta, aguantar con estoicismo un tenue chaparrón de lluvia ácida, un humilde homenaje a los poetas del empalago.
Homenaje a vosotros, poetas protegidos, acunados, encumbrados y editados por el grupo mediático - crítico de turno; ausente todo el incómodo resplandor de lo turbio y lo desordenado; ausente el impreciso fulgor de la palabra situada en los márgenes de la escritura.
Poetas de tertulia y sentido común, de columna semanal en periódico progresista, poetas que van engordando sus carnes a medida que su discurso se adelgaza, insípido hasta el empacho.
Poesía de y para ciudadanos, dicen, tan correctos en su verbosidad política, irreprochables, tolerantes y ecuánimes, aburridos e ilustres. Educación canónica en tapa dura y título académico.
En las fotos promocionales, tras el poeta satisfecho, nobles estanterías de madera vieja, repletas de antiguos y decorativos lomos, estatuillas y recuerdos. Cada cosa en su sitio, con cuidado descuido, desprendiendo la escena el aroma justo de erudición estética y tranquila, como el efecto de un ambientador literario escondido entre los libros. Poetas ecuménicos y enciclopédicos, informales, de clase cultural alta, sanos demócratas desde la cuna.
Poetas de la experiencia (propia), aleccionadores y educativos, ready-to-read con un cucurucho de palomitas entre las piernas; poemas fluorados, altos en fibra, que aportan en una sola dosis el 50% de buen gusto diario recomendado por el ministerio de cultura.
Siempre hubo poetas de corte, lo sabemos. Y no todos fueron malos, es un hecho. Que la sombra del poder no tiene por qué terminar con la poesía, es cierto. Nada de esto los hará mejores o peores. Pero, al leer estos poemas neo-cortesanos: qué falta de emoción; qué ausencia de anomalía y escalofrío, de estremecimiento arrancado al desconcierto, la duda y los límites formales.
Poetas ciudadanos del mundo, tan ornamentales, tendidos en la mesa acristalada del salón, un punto de distinción elegante, el Ferrero Roché intelectual que adoran las visitas.
Poetas que sin haber cumplido los 50 pueden editar lustrosos tomos de 700 páginas, acompañados de prólogo, epílogo y aparato crítico. Que más pronto que tarde nos recordarán sus ilustres amistades (¿ha dicho Sabina..., Alberti...?), que enseñarán con modestia sus laureles y con orgullo las lecturas que hicieron de ellos lo que hoy pudieron haber sido (Althuser, Lacan, Focault, pequeños clones de L. M. Panero), hijos adoptivos (y descarriados) de Cernuda. Les oiremos relatar, quizás sin venir a cuento, en una suerte de trance: “...estaba con Alberti en mi casa de Granada cuando....” y parecen convocar en una sesión de espiritismo poético al ectoplasma zombi de un poeta fusilado.
En las entrevistas desgranarán sus respuestas como un catecismo de sentencias gastadas. Colección de aforismos con agujeros en los bolsillos y olor a naftalina. Máximas de pelo graso que apenas si pueden disimular una incipiente calva.
Poetas de menos de 50 años que sufrieron los rigores intelectuales de la dictadura y participaron de las libertarias influencias de los años 60 (todo ello, antes de cumplir los 10 años de edad).
Poetas funcionariales del empalago, voraces y dominantes desde la atalaya de las instituciones.
Ah, poetas de la experiencia, dueños del vacío.
Saint Gervais no se identifica necesariamente con los contenidos del blog
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Para saber más, léase la entrevista del Babelia del 07.10.06
Homenaje a vosotros, poetas protegidos, acunados, encumbrados y editados por el grupo mediático - crítico de turno; ausente todo el incómodo resplandor de lo turbio y lo desordenado; ausente el impreciso fulgor de la palabra situada en los márgenes de la escritura.
Poetas de tertulia y sentido común, de columna semanal en periódico progresista, poetas que van engordando sus carnes a medida que su discurso se adelgaza, insípido hasta el empacho.
Poesía de y para ciudadanos, dicen, tan correctos en su verbosidad política, irreprochables, tolerantes y ecuánimes, aburridos e ilustres. Educación canónica en tapa dura y título académico.
En las fotos promocionales, tras el poeta satisfecho, nobles estanterías de madera vieja, repletas de antiguos y decorativos lomos, estatuillas y recuerdos. Cada cosa en su sitio, con cuidado descuido, desprendiendo la escena el aroma justo de erudición estética y tranquila, como el efecto de un ambientador literario escondido entre los libros. Poetas ecuménicos y enciclopédicos, informales, de clase cultural alta, sanos demócratas desde la cuna.
Poetas de la experiencia (propia), aleccionadores y educativos, ready-to-read con un cucurucho de palomitas entre las piernas; poemas fluorados, altos en fibra, que aportan en una sola dosis el 50% de buen gusto diario recomendado por el ministerio de cultura.
Siempre hubo poetas de corte, lo sabemos. Y no todos fueron malos, es un hecho. Que la sombra del poder no tiene por qué terminar con la poesía, es cierto. Nada de esto los hará mejores o peores. Pero, al leer estos poemas neo-cortesanos: qué falta de emoción; qué ausencia de anomalía y escalofrío, de estremecimiento arrancado al desconcierto, la duda y los límites formales.
Poetas ciudadanos del mundo, tan ornamentales, tendidos en la mesa acristalada del salón, un punto de distinción elegante, el Ferrero Roché intelectual que adoran las visitas.
Poetas que sin haber cumplido los 50 pueden editar lustrosos tomos de 700 páginas, acompañados de prólogo, epílogo y aparato crítico. Que más pronto que tarde nos recordarán sus ilustres amistades (¿ha dicho Sabina..., Alberti...?), que enseñarán con modestia sus laureles y con orgullo las lecturas que hicieron de ellos lo que hoy pudieron haber sido (Althuser, Lacan, Focault, pequeños clones de L. M. Panero), hijos adoptivos (y descarriados) de Cernuda. Les oiremos relatar, quizás sin venir a cuento, en una suerte de trance: “...estaba con Alberti en mi casa de Granada cuando....” y parecen convocar en una sesión de espiritismo poético al ectoplasma zombi de un poeta fusilado.
En las entrevistas desgranarán sus respuestas como un catecismo de sentencias gastadas. Colección de aforismos con agujeros en los bolsillos y olor a naftalina. Máximas de pelo graso que apenas si pueden disimular una incipiente calva.
Poetas de menos de 50 años que sufrieron los rigores intelectuales de la dictadura y participaron de las libertarias influencias de los años 60 (todo ello, antes de cumplir los 10 años de edad).
Poetas funcionariales del empalago, voraces y dominantes desde la atalaya de las instituciones.
Ah, poetas de la experiencia, dueños del vacío.
Saint Gervais no se identifica necesariamente con los contenidos del blog
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Para saber más, léase la entrevista del Babelia del 07.10.06
5 Comentarios:
Abajo con lo establecido por los establecidos.
Abajo con lo que vende porque lo anuncian.
Abajo con lo políticamente correcto porque nace muerto.
Estamos contigo Leo. Y un pensamiento quizás más mío, pero en esa línea: sólo de las propias vísceras sale la verdadera literatura. De las vísceras, es decir, de la visión de lo experimentado desde lo más dentro, no de lo que los demás esperan que uno haya experimentado...
Come tu mismo la fruta, decía el sabio Zen... trifugador.
Ácido sobre metal
Más que virtudes de iconoclasta atisbo en esta crónica dispepsias de letraherido, narcisismo refugiado en tierra de nadie.
La literatura se hace más con malditos que con cortesanos. Estamos de acuerdo. ¿Qué será de nosotros sin los bárbaros?, decía Kavafis.
¿Y el farolito qué? ¿Nadie va a decir nada del farolito?
....
Está la plaza llena todavía.
Desde el balcón, sentado con un libro,
comparto en soledad la jubilosa
caída de la tarde.
Después habrá un misterio en cada esquina,
un silencio de tilos y de sombras.
Descenderá la noche
saltando como un gato de ojos brillantísmos
y por el decorado de la plaza,
lejos ya del rumor de los talleres,
veré cruzar extrañas siluetas,
un loco en su caballo,
un monarca asesino,
una mujer adúltera de sueños descompuestos,
el sabio que ha vendido su alma, detectives
cargados de derrota,
piratas infernales
y también
burocráticos seres con cartera
que esconden en su vida rutinaria
un estrangulador,
un resistente
de guerras y ciudades sometidas
o tal vez un poeta.
En mitad de la plaza hay alguien que se vuelve
y levanta los ojos
para buscar la luz en mi ventana,
el faro de la noche y sus fantasmas.
De HABITACIONES SEPARADAS. Luis García Montero. Colección Visor
Afiladas espadas dispuestas a batirse contra lo cómodamente establecido, la simpatía social, la corte de ciudadanos educados, las frontera romas...
Blandir tributos de destierro, de marginalidad, de individualidad resistente...
Preservemos la creatividad demoledora de prejuicios,
desnuda de etiquetas.
¿quien me ha robado "Las habitaciones separadas"? tenía en libro sobre la mesa del salón...
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