viernes, octubre 06, 2006

Entropía - 1



Reflexiones de género

Desde que tu mujer se fue de casa –nada irreversible, supongo- una densa nube de entropía ha invadido el domicilio conyugal.
Sin saber cómo, la ropa se extiende sobre los muebles, se desorganizan las comidas y un torpe fantasma recorre los pasillos, tropezando con las paredes. Inseguro de la consistencia de los objetos que te rodean, procuras atravesarlos sin conseguir más que contusiones.
Parece que un virus mecánico haya atacado la maquinaria oculta de tu hogar. La arena se estanca en el reloj que tictaquea espeso en tu cabeza. La dieta bruscamente se ha transformado en una ínsipida mezcla de cereales, leche fría, yogures y bocadillos de fiambre envasado.
La languidez deja paso al desorden, y el desorden a la sosa melancolía, al abandono en un sofá con la pantalla en negro y sin música en el equipo. Tentado estás de enchufarte a un interminable juego de PC hasta que anochezca y se justifique volver a la cama revuelta, tan enorme y desangelada como una piscina vacía.
Aquellos proyectos, siempre abandonados por falta de tiempo o sosiego, se te antojan ahora sin atractivo o sólo al alcance de gigantes.

Al volver del trabajo te cuesta abrir la puerta: una masa compacta como gelatina turbia ha ocupado el espacio doméstico, es necesario arañar con los dedos, hacerse un hueco entre los bloques que deforman la visión de las habitaciones, paredes torcidas, cuadros trapezoidales y emborronados; esfuerzo de anémico alpinista por ganar la cumbre contra el viento. La recompensa está cerca, te dices incrédulo.

Tumbado en el sillón, mirando el techo, te dan ganas de fumar, cuando hace ya seis años que lo dejaste...
(Cont...)

4 Comentarios:

Blogger José L. Muñoz Expósito dijo...

La entropía: su tendencia irrecusable al aumento del desorden es el hecho más terrible de la ciencia física y el culpable de la existencia del maldito tiempo.

El libro en el que yo he encontrado la descripción literaria más curiosa de la flecha entrópica es ¿Sueñan los androides...? uséase Blade Runner. ¿Recordaís el término "kippel" y aquel viejo que se empeñaba cada día en arreglar el desorden inevitable de las cosas? ¿Acaso no es lo que hace cada día cada ser humano, cada ser vivo, cada proceso físico en el universo? Y todo ello, al ir en contra de la tendencia natural, supone un gasto energético.

Me siento muy identificado con el relato, Doc, aunque no por las mismas razones que Q. Los momentos de mi vida en los que he tenido una conciencia más desesperada de los efectos entrópicos han coincidido con un diagnóstico médico: depresión. Y pensar que unas pildoritas intentaban hacerme creer que la entropía era un engaño... Bueno, cumplieron su misión: me hicieron (léase me ayudaron a) comprender, como el cristianismo, que sólo nos queda la resignación y el carpe diem. Pues la entropía es palabra de Dios. Del peor Dios imaginable.

11:21 a. m.  
Blogger L Malaletra dijo...

Amigos
Este tipo de experiencia entrópica tiene una dimension universal: creo que (casi) todos nos hemos visto engullidos en alguna ocasión por su desorden, por la tentación de dejarnos llevar en una mezcla de apatía y caos. A veces resulta muy costoso mantener el motor en marcha y engrasado, evitar la atracción de la ruina.
Saludos

11:58 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Una de las mágicas sensaciones que me gustan a la hora de disfrutar leyendo un libro es la capacidad del autor de colgarnos del suspense en la última linea del último capítulo, enganchándonos al siguiente aunque hubieramos planeado no leer más hasta ingresar ese cheque en el banco que teníamos pendiente y que no cobraríamos ya por caducidad. Por citar entre los anónimos y ancestrales cuentos, los que Sherezade terminaba dejando al Gran Visir con la miel en los labios para que no la degollara al amanecer; entre los más actuales, citaría al maestro Paul Auster. Son muchos más, pero como lector agradezco esa atención a mi persona. Ese empecinamiento en no soltarme entre capítulo y capítulo de lectura voraz. Es por eso que me encanta la frase: "...te dan ganas de fumar, cuando hace ya 6 años que lo dejaste" Solo los realmente exadictos al tabaco, saben cuan importantes deben ser los deseos de doc leo de atraparnos por la solapa hasta la próxima entrega.

Palabra de Políglota.

2:02 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Estoy asombrado...doc leo ha podido describir esa pecera entrópica-doméstica donde yo me muevo con naturalidad.
No necesito que me dejen solo, por el contrario, compañado es cuando más tiendo a la incertidumbre, a la desintegración según los cánones conyugales.
Los "deberíamos" machacones me empujan a la más persistente aniquilación: me levanto con dificultad, dosifico el aseo para no perder dignidad, me alimento con alto grado de improvisación, las decisiones se sustenta en las figuras imperantes que me doblegan.
Mi caos es la única forma de manifestación individualista.

Has zarandeado mi intimidad gaseosa en expansión, amigo doc.

4:33 p. m.  

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