TUCAN
Un tucán sobre el alfeizar de la ventana. Quizás extraviado de un zoológico, una tienda de animales, un camión accidentado, jaulas abiertas, la jungla en la calle. Mirándome fijamente dos perlas negras. Me levanto, giro la cabeza, aturdido, hacia el televisor. Algo familiar. Vuelvo la mirada y ahí sigue. Su pico grande y brillante, rojo / azafrán. Cuchillo coloreado, enorme machete selvático. Una mancha anaranjada en el pecho. Mal viaje. A la cocina, nevera, lata helada de cerveza. Trago la espuma, el líquido amargo me mancha la camisa.
Recién llegado del trabajo y, como esperándome, el tucán en el alfeizar. Más sosegado, vuelvo al salón. Todo sigue igual. Igual de extraño. Le grito o hago aspavientos con los brazos o muecas. Inútilmente. No emprende el vuelo, no se marcha. Como disecado. Fijo. Las plumas aterciopeladas, lustroso el cuerpo, alimentado de carne y frutas rojas.
¿Por qué no habla, por qué no me dice lo que quiere? Haré lo que me pida este tucán de colores, escultura arco iris en la ventana, busto animal. Sudando, estúpidamente empapado en el líquido del miedo. Bastaría el palo de una escoba, lanzar el cenicero y sus cenizas, prender fuego a las cortinas, dejar el gas abierto. Como el tucán, yo, inmóvil. Estatua de sal gorda. Inútil, asustado. Patético, retrocedo, busco la puerta. Cojo, al azar, mi cartera, huele a cuero nuevo, un paraguas. Desciendo las escaleras. A oscuras. Un abismo en penumbra. El portal, cruzo la calle, asfaltado Rubicón. Frente a la casa un breve parque, un banco de hierro forjado. Me siento. Miro arriba, segundo piso, mi ventana. Un leve movimiento del visillo, ala de ángel. Y el brillo afilado, la navaja abierta en la espesura, el plumón quieto, los ojos de alfiler. Ha tomado mi casa.
Con la cartera abrazada al pecho, un escudo, pienso,
nevermore.
10 Comentarios:
Thus quoth the "tucan", nevermore.
That´s right, my darkest friend.
Abusón. Invocar a Poe y a Cortázar en el mismo relato y salir bien parado... Pppfff.
Me inquietan tus asociaciones mentales. No sé cuándo lo dijimos (en qué oscura tertulia perdida en la bruma de los tiempos), el camino a la genialidad no es el dominio de la técnica, sino la capacidad de generar asociaciones mentales novedosas.
No insistiré más. Pero nos debes un libro de relatos (al menos). Ya conoces la frase: "un gran poder engendra una gran responsabilidad"...
Fdo.: el tío de Spiderman.
Uno se halla en una especie de crisis a varios niveles que le impide escribir. De pronto, desde su escurridizo puesto de funcionario, entra en el blog de sus amigos de la vieja tertulia de La Bohemia y ratifica que algunos de ellos siguen fieles al compromiso adquirido con la literatura hace años, que siguen creciendo como lectores y escritores. Entonces se plantea qué es lo que ha pasa con él. Se pregunta de nuevo cómo permanecer fiel a quien fue y sobrevivir en un entorno, por regla general, refractario a la belleza. Está cansado de esta lucha, no quiere reconocer que "la ciudad vence", cuando todo parece indicar que es así. Menos mal que, al menos, le queda el alivio de los escritos de los otros.
La herida vuelve a estar abierta (¿llegó a cerrarse alguna vez?).
Imagen contundente sobre un invasor exótico.
Centinela de la improvisación, de la ruptura en lo cotidiano, genera pánico.
Una cartera ¿de cuero negro? y el paraguas... frontera frágil, escudos estériles para un combate onírico.
Impresionante.
Tucán
Leo y releo pero no me emociono.
Miro cada comentario y entonces entiendo que no entiendo.
Es cierto, cada vez me emociona menos la palabra escrita.
Terrible soledad para un lector.
Pero veo tu comentario, si, el tuyo, y ocurre lo inesperado. Palabras cinceladas con frialdad a golpe seco. Frase corta. Materia fría. Luz azul.
Vuelvo a tucán y lo veo con otra luz.
P.D. ¿Luz azul? Sinestesia, por supuesto
No creo que la ciudad venza: grandes escritores surgieron de olvidados pueblos sumidos en un analfabetismo de siglos, o en ciudades destruidas o tomadas por el invasor... La mediocridad muelle no puede ser suficiente enemigo. Y si la ciudad puede contigo, haz el atillo.
El enemigo está dentro y la ciudad acoge tiernamente nuestros fantasmas (nuestros tucanes). Y la pelea no es contra la ciudad, a no ser que hablemos de la arquitectura, los muros, descampados y cloacas de nuestra mente.
Gracias por vuestra clemencia.
Una descripción al detalle de tu invasor, o del que dejas que te invada para huir sin más dilación.
Era lo que esperabas (buscabas) para dejarte ir.
Me encantan los invasores absurdos contra los que es inutil la pelea, donde el único heroismo posible es la huida y el volver a empezar. Solodepaso puede tener razón: estamos deseando que nos echen.
Estupendo relato el del tucán. Me encanta, es uno de mis preferidos de los que tienes sueltos por ahí. Yo le veo a la historia un punto kafkiano, o borgiano si lo prefieres. Una pincelada genial de realismo mágico, inexplicable.
Enhorabuena
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