lunes, octubre 09, 2006

Entropia y 2


Reflexiones de género (esto no es un relato)

El mascado chicle del tiempo sabe rancio y familiar; más que estirarse parece ir encogiéndose a medida que masticas y masticas, perdiendo su químico sabor.
Añoras unos días de soledad en el domicilio conyugal, disfrutar del espacio perdido, para finalmente encontrarte con la languidez confusa de un tiempo que se desgasta en actividades vacías.
Eremita que encuentras tu reflejo en los pasillos de la casa y te descubres parado, en calzoncillos, vestido con una camiseta arrugada de Tintín, y en la mano un cuenco de cereales, decidiendo si emprendes el camino del ordenador o el de la cama. Como un paseante en la mediana de la autopista, sorprendido por la velocidad de la circulación, indeciso, suicida.
La ducha se prolonga innecesariamente placentera, frecuentas solitarios vicios y algunas habitaciones dejan de ser transitadas. El flujo vital parece escurrirse por el desagüe y una lánguida melancolía atraviesa la ventana.
Y al mirarte en el espejo no ves a un romántico ermitaño presa del desamor: descubres a un naufrago, a un confuso naufrago que parece desasido del mundo, invadido por un cansancio habitualmente oculto al escrutinio de los otros y que ahora se expresa sin trabas. Sin más límite que una cierta dignidad de la que decides no prescindir.
Sería tan fácil abandonarte, descuidar tu higiene, ir tirando de pasta cocida con tomate, dejar el trabajo, envolverte en una sábana rodeado de libros, leer en griego la Odisea, ver a todas horas videos porno, desenterrar una piedra de hachís y un viejo paquete de Camel, desconectar los teléfonos y dejar que se agoten las baterías.

Animal insocial y misógino, envuelto en una burbuja sucia, quizás profundamente convencido de que alguien vendrá a tu rescate.

11 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

quizás el rescate te lo ofreces tú mismo con la palabra escrita
una desintegración contenida por la rememoración en un texto
o la propia mirada que genera una estructura creativa basada en el caos...
También, no es más que una reflexión

2:57 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

La entropía se enrosca al tucán y salen juntas del olvidado caos a esta coordenada espacio-tiempo... Me alegro. Pero espero en otro andén, otro vórtice temporal.

3:05 p. m.  
Blogger José L. Muñoz Expósito dijo...

Una estética manera de componer la manida desesperación, otra vuelta de tuerca más a esta existencia cuyos únicos valores quizan sean su unicidad y su valor estético.

Que prosiga la alegría.

5:58 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Aunque no intervenga tan a menudo como antes, sigo atentamente la historia del doctor y el niño, la novela minimalista de Lya y este descenso a los infiernos de la depresión.
Respecto a este último texto, sólo puedo decir que me resulta desagradablemente familiar, y que de nuevo Doc Leo conoce las claves del malestar interno y las describe a la perfección. La pregunta que me hago tras leer este texto y otros del mismo autor es: ¿para qué mirar tanto en el abismo? Sin duda, hay un propósito estético, aunque no puedo dejar de recordar el tan machacado aforismo de Nietzsche...

7:07 p. m.  
Blogger L Malaletra dijo...

Javi:
la literatura es una forma más de sublimar fantasmas; eso hago con los mios, que, en ocasiones, coinciden con los ajenos.
saludos

8:14 p. m.  
Blogger Julio Abelenda dijo...

Nombrar las cosas es desarmarlas, que diría el otro. Puedo estar cayendo en una depresión (y puedo ser apenas un giro del lenguaje, y blablabla ;-P), pero si me lo cuento, me hace menos pupa. Esto, claro, en términos técnicos.
.....
¿Por qué leer literatura deprimente, por qué escuchar música depresiva, por qué hurgarse en el ombligo hasta hacerse sangre? Porque no nos queda otra que conocernos, en lo bueno, lo malo, lo frágil, lo sensible, lo sublime, lo mezquino y aun lo cotidiano (esto último mi más reciente némesis). Sólo de ahí surge la única "alegría" que vale. Dixit.
Doc, ¿hay más entregas esperándonos? Ansiamos vernos reflejados (=sublimados, "catartizados") en esa lenta y dulce espiral de la inacción y la indolencia...

10:48 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Yo veo este tipo de textos más como una catarsis que otra cosa, al menos en una primigenia intencionalidad (al menos también, a mí me ocurre) . Lo sublime nace inconscientemente a la hora de literaturizar cualquier aspecto de la vida cotidiana, como en ocasiones puede ser el "entrópico". En ese sentido, no creo que el texto se limite al mirar al fondo del abismo, es un querer jugar un poco con una situación que nos incomoda para quitarle un poco de hierro al asunto. Si además resulta que de las palabras emerge un fantasma cuasi universal, aunque poco mencionado, la capacidad de conexión con el lector puede hacerse de forma más patente (y latente)

3:42 p. m.  
Blogger L Malaletra dijo...

Leonor da en el clavo: es justo eso, atrapar fantasmas con cierta ironia y distancia, no una lúgubre y quejosa introspección.
Entropia sacabo. ahora andamos por otros oscuros caminos.
Saludos

2:09 p. m.  
Blogger L Malaletra dijo...

Leonor da en el clavo: es justo eso, atrapar fantasmas con cierta ironia y distancia, no una lúgubre y quejosa introspección.
Entropia sacabo. ahora andamos por otros oscuros caminos.
Saludos

2:09 p. m.  
Blogger L Malaletra dijo...

y yo aun diría más...
en el dibujo de El Roto está otra clave: no nos aguantamos, somos despreciables, pero no podemos por menos que clonarnos...

2:10 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

La vida no da nada, excepto a aquellos que son lo suficientemente fuertes como para soportarlo.

1:14 a. m.  

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