Asistente Social, VI
- Veamos, señor Méndez – continué con el interrogatorio -. Usted dijo en su denuncia que había oído algo… digamos… raro, en casa de sus vecinos, ¿me equivoco?
- No. He oído unos gritos como de niño, o como de animal, no sé decirle.
- ¿En qué condiciones oyó esos ruidos?
- Usted lo que quiere decir es que yo estaba borracho cuando escuché la mierda esa…me está tocando los cojones. O sea, que yo denuncio y me vienen a investigar a mí. Esto es la leche…
- No se enfade, hombre – dije, dándome cuenta de que no iba a ser fácil sacarle lo que quería. Amén de despierto, el viejecito era susceptible. –. Cuando le dije que “en qué condiciones oyó esos ruidos” me refería solamente a detalles ambientales: si era de noche, si está seguro que era en casa de los vecinos, si hay a esas horas mucha gente en la calle, etc.
- No. He oído unos gritos como de niño, o como de animal, no sé decirle.
- ¿En qué condiciones oyó esos ruidos?
- Usted lo que quiere decir es que yo estaba borracho cuando escuché la mierda esa…me está tocando los cojones. O sea, que yo denuncio y me vienen a investigar a mí. Esto es la leche…
- No se enfade, hombre – dije, dándome cuenta de que no iba a ser fácil sacarle lo que quería. Amén de despierto, el viejecito era susceptible. –. Cuando le dije que “en qué condiciones oyó esos ruidos” me refería solamente a detalles ambientales: si era de noche, si está seguro que era en casa de los vecinos, si hay a esas horas mucha gente en la calle, etc.
El señor Méndez me miró detenidamente mientras en su boca se dibujó una mueca en la que yo entendí un “por esta vez pase”. Se quitó las gafas y las puso en su regazo. Luego, levantando bruscamente la mirada, me contestó:
- Suelo oír todas estas cosas por la noche.
- ¿Suele? ¿Cómo “suele”? ¿Es que lo ha escuchado más de una vez?
- No, no me ha entendido… bueno… perdón, no me explicado. El grito ese del animal o del bebé, o de lo que hostias sea, sólo lo he oído una vez. El día anterior a la denuncia. Pero he oído ruidos raros en esa casa desde que se vinieron a vivir sin sus padres, cuando murieron como habían vivido, cada uno por su lado.
- ¿Ruidos raros? – en este momento yo empezaba a vislumbrar que allí había bastante más que unos vecinos mal avenidos.
- Sí. Yo creo que el cabrón del hermano se la tira. Sí, a la Lucía.
Lo peor del asunto es que en la cara del señor Méndez no reconocí otro sentimiento que la envidia.
- ¿Suele? ¿Cómo “suele”? ¿Es que lo ha escuchado más de una vez?
- No, no me ha entendido… bueno… perdón, no me explicado. El grito ese del animal o del bebé, o de lo que hostias sea, sólo lo he oído una vez. El día anterior a la denuncia. Pero he oído ruidos raros en esa casa desde que se vinieron a vivir sin sus padres, cuando murieron como habían vivido, cada uno por su lado.
- ¿Ruidos raros? – en este momento yo empezaba a vislumbrar que allí había bastante más que unos vecinos mal avenidos.
- Sí. Yo creo que el cabrón del hermano se la tira. Sí, a la Lucía.
Lo peor del asunto es que en la cara del señor Méndez no reconocí otro sentimiento que la envidia.
1 Comentarios:
Sigue así con el tono y la dinámica del relato, funciona. Ya vas introduciendo elementos que hacen que te vayas enganchando más a la historia.
Vaya con el viejo, de viejecito nada. Es un ser algo repugnante, la verdad. Me da como grima.
Y lo de los ruidos augura algo diferente.
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